El proceso de destilación de sus relatos es la clave de esa sensación. El autor comenta “me siento, escribo una frase, y al cabo de muchos días vuelvo a escribir la siguiente frase, y así hasta terminar el relato.” Para después hacer funcionar el alambique de la corrección de la cual explica “trabajo mucho con el lenguaje, intentando eliminar todo lo superfluo, los adornos, las exageraciones, etc.”
Por tanto aunque el aroma de lo escrito (que a veces es diez veces más largo que el texto publicado)haya desaparecido, seguimos notando su presencia o más bien su ausencia en lo que permanece. Eso contribuye a darnos varias de las claves de sus relatos, el tono poético está presente aunque todo lo lírico ha sido expresamente suprimido; son intemporales ya que “tienen origen en un entorno y lugar concreto, pero yo hago todo lo posible por no desvelarlo”; esto lo hace para no verse obligado a mantener una coherencia con el tiempo y el lugar indicados. Otra clave es que ‘no le interesa demasiado describir los personajes, le interesa que la historia sea lo más plana posible’, por eso existen escenas cotidianas en las que no ocurre nada en especial. El tiempo usado como un muelle elástico es cautivador en su obra, puede estar varias páginas con un sólo instante y saltar décadas con un punto y coma. Esto también permite, como algunos le han criticado, que sus relatos puedan leerse de principio a fin o al revés sin que la historia cambie. Evidentemente quien busque finales elaborados no los hallará, ya que en la vida real éstos no existen.
Sobre la temática de sus cuentos dejemos que sea la editorial quien nos la explique: “Un perfumista es adicto al aroma de alcanfor porque puede evocar sus melancólicos recuerdos de niñez asociados a su amor por una niña enferma que ha marcado su vida. Tras escapar de una relación con su tía, un joven se hace inspector urbanístico y descubre su extraño don para percibir en las casas aquellas zonas oscuras cargadas de miedo y deseo. Un niño es llevado por su padre a vivir con un cómico ambulante en un pueblo junto a un lago, regido por la viuda de un bandido, madre de una hija fascinante que siempre ha vivido en una barca sin tocar tierra firme y cree poder andar sobre el agua. Un hombre lo arriesga todo al robar un pájaro cantor del jardín de un sultán de Las mil y una noches.”
Atalanta y sus editores son capaces de ofrecernos autores de relatos que literariamente están en las antípodas unos de otros, por eso quienes hayan leído al extravagante, insólito y desternillante Tsutsui tienen en Naiyer Masud su contrapunto. Genial ese contraste tan alejado del brillo momentáneo y fugaz del éxito contemporáneo que eleva nuestro nivel literario a la vez que abre nuestras perspectivas.
Rocio Moriones es quien no sólo ha traducido el libro, sino que también ha entrevistado en su ciudad al autor haciendo un trabajo delicado y exquisito que nos permite exprimir plenamente de su obra.
Estamos en la obligación de recomendar encarecidamente este libros de relatos a todos nuestros seguidores, dado que es una obra que ofrece un disfrute altísimo del placer de la lectura.
RESEÑA DE LA EDITORIAL
Naiyer Masud ha vivido siempre en Lucknow (Utta Pradesh), en una casa construida por su padre, que le puso por nombre Adabistan (Casa de la Literatura). Ahora, Masud es admirado en su país gracias a sus libros de relatos, que ha ido escribiendo lentamente a lo largo de su vida.
Alejada del exotismo y el realismo mágico que han infectado parte de la literatura india de las últimas décadas, su escritura significa lo contrario de una manufactura lista para ser exportada: el sutil clima fantástico de sus relatos se apoya en una gran destreza psicológica que se desprende de su mordaz y profunda humanidad. Masud crea un amplio abanico de personajes que se mueven en un mundo exuberante, lejano, en el que la línea que separa la realidad del sueño se vuelve casi imperceptible.
Título: Aroma de alcanfor |Autor: Naiyer Masud| Editorial: Atalanta | Páginas: 236| Traducción: Rocío Moriones | Precio : 19,50€