Teresa Viejo es una buena analista. Su anterior ensayo Hombres modo de empleo demuestra una perspicacia suficiente para separar lo bueno de lo malo y percibir que no todo es blanco o negro aunque mayoritariamente lo sea. Con ese estilo construye los personajes de La memoria del agua que no son ni héroes ni villanos y cuyos sentimientos les empujan en direcciones contrapuestas según el momento, la edad y las circunstancias de ellos. En fin, son personajes inherentemente humanos no siluetas o estereotipos clásicos.
Nos ha sorprendido agradablemente el equilibrio entre los tres tiempos de la novela. El final del siglo veinte como punto de búsqueda del pasado, en el que Álvaro desea conocer quien fue su padre, constituye el primer leif motiv de la trama, la cual nos llevará de la mano de Amada al año 1923 y al núcleo central del libro, el balneario de La Isabela, donde con destreza se combina la vida típica del momento con una medio novela negra sobre dos muertos que aparecen en él. El tercer tempo entronca con la Guerra Civil y la transformación de La Isabela en Psiquiátrico y albergue de despojos de ambos bandos que huyendo de sí mismos y de su destino se recogen allí donde unos cuidadores se encargarán de curar sus heridas emocionales. El descubrimiento de unas prácticas médicas con algunos de ellos convierte esa tercera parte en otra investigación que sorprenderá en su resolución al lector.
Teresa escribe con una técnica que necesita ser depurada, pero nos engancha bien con las diversas tramas y el seguimiento de todas ellas. Ternura y un cariño especial hacia sus personajes confluyen en lo que la autora ha llamado ‘sensación cercana al enamoramiento’ lo cual apreciarán mucho nuestros seguidores y seguidoras ávidos de sensaciones y no de soluciones.
Al margen de símbolos políticos la autora es capaz de ver los dramas personales de aquellos combatientes republicanos y nacionales, verdaderos muertos en vida, que sólo buscan sanar su alma; solución que Teresa Viejo demuestra imposible y que sólo la distancia temporal nos hace percibir en su dramática plenitud.
Por eso, si quieren tener un relato tranquilo con alegrías y tristezas en tres épocas diferentes sobre la historia del mejor balneario europeo de la década de los veinte que ahora reposa cincuenta metros por debajo del pantano de Buendía, si quieren ver desnudas las almas de aquellos que rodearon aquel fantástico lugar, tienen en este libro lectura agradable para una semanita de estas navidades.
Pepe Rodríguez
RESEÑA DE LA EDITORIAL
Tras la muerte de su madre, Álvaro de Llano encuentra fortuitamente una carta y una foto que cambiarán su vida. Iniciará una búsqueda incansable en la que solo podrá ayudarle una anciana, que le hará conocer una antigua leyenda olvidada de todos: la del Balneario de La Isabela. Construido en el siglo XIX, rápidamente se convirtió en lugar de recreo favorito para la alta burguesía española y europea. Las grandes fiestas, los bailes de etiqueta, el lujo y esplendor propios de los felices años veinte hicieron de La Isabela el paraíso de muchos. Pero todo cambiará cuando un bañista aparezca muerto en la sala de inhalaciones. A partir de ese momento nada volverá a ser igual.
Reconvertido con el paso de los años en hospital psiquiátrico, las paredes de la antigua casa de baños encerraban numerosos secretos que quedaron sumergidos para siempre en el pantano de Buendía. Pero ¿qué escondía el sanatorio?, ¿qué experimentos médicos al margen de la ciencia se realizaron en él durante la guerra civil?, ¿qué vínculo une a la anciana con Álvaro y el sanatorio? Teresa Viejo nos sorprende con una espléndida novela en la que la realidad y la ficción se alían para ofrecernos un mundo lleno de pasión, intriga, amores prohibidos, asesinatos… y el continuo susurro del agua. Un excelente debut literario que recupera la historia de La Isabela, el balneario que desapareció bajo las aguas.
Ficha del Libro
Título: La memoria del agua | Autor: Teresa Viejo | Editorial: MR| Páginas: 420| Precio: 20,50€
Creo que no se puede comparar a Ángeles Caso con Mari Pau, dicho esto a favor de Ángeles. Un poquito de por favooooooor…
En vencer los prejuicios de venir de la tv sí son iguales, la calidad literaria es otra cosa.