John Lennon – Philip Norman

El autor de la nueva y exhaustiva biografía de John Lennon, Philiph Norman, se quedó “pasmado” cuando a finales de 2007 Yoko Ono le llamó para comunicarle que estaba “disgustada por el libro” por haber sido “mezquino con John”. (leer más)

El pasmo de Norman no debería haber sido tal sabiendo que la viuda del músico pop más famoso de la historia lleva dedicada 29 años a promover una imagen beatífica del liverpooliano, más cercana a la hagiografía del santo laico que luchó y murió por la paz que a la del ser humano contradictorio que en realidad fue. Una estampa que le reporta réditos económicos y a la que, es claro, Ono no va a renunciar fácilmente en aras de la verdad y la historia.

Nadie hasta ahora como Norman había abordado la vida del beatle más famoso de un modo tan minucioso ni desnudado vital y psicológicamente a un personaje al que todo el mundo cree conocer bien, pero que, en realidad, nadie, ni sus íntimos, acababa de atrapar entre sus múltiples aristas. La imagen que emerge de la luz bajo la que su biógrafo le ha puesto es la del niño herido por el abandono de sus padres a tierna edad y la del músico famoso y todopoderoso lleno de inseguridades, que se levanta por las noches con ataques de ansiedad preguntándose por qué las canciones de su socio, rival y amigo, Paul McCartney, son más versionadas y reciben más atención que las suyas.

Aunque lejos de la “vida de santo”, el libro de Norman no puede evitar caer en alguno de los vicios típicos de toda biografía lennoniana que se precie. El más importante, las anticipaciones proféticas, recurso dramático en una biografía con estilo y voluntad literaria que debe contar el milagroso ascenso de cuatro chicos de Liverpool desde el lumpen musical al estrellato mundial y el martirio no previsto de ese semidios en la tierra una noche de diciembre de 1980 a manos de un fan demente. Así, poco a poco, se van desgranando avances y perlas de su prodigioso futuro. El libro arranca con la historia de un tal John Lennon, que nació con talento musical, y que consiguió llevar música de estilo americano a los americanos. Pero ese ‘John’ no es tal, sino ‘Jack’, su abuelo, miembro de una banda musical de juglares ambulantes que tocó en el Nueva York de finales del siglo XIX. Otras anticipaciones son más burdas, como los sueños que supuestamente John tiene de niño en los que se ve volando muy lejos de Liverpool y aplastado por dinero; sus lecturas de ‘Alicia en el país de las maravillas’ y ‘A través del espejo’, de Lewis Carroll, donde el autor, dice textualmente, Lennon empezó a anticipar canciones como ‘Lucy in the sky with diamonds’ o sus juegos con su cuadrilla de proscritos por el cementerio de Woolton donde Lennon habría visto la lápida de una tal Eleanor Rigby, una canción que, de todos modos, la compondría Paul McCartney y no el chico de las gafas de abuelita.

Sueños y afirmaciones que son, de todas formas, muy difíciles de comprobar. El libro no trae ninguna nota, ninguna referencia, y ni siquiera autor o editor se han molestado en aportar una bibliografía básica. Como este crítico desconoce la edición original inglesa de Harper Collins, deja en suspenso su juicio sobre la responsabilidad de tan flagrante omisión que convierte los jaleados hallazgos biográficos de Norman en poco menos que trucos de prestidigitador. Porque, ¿en qué fuente nos apoyaremos para creer que el músico trató de trabar una relación homosexual con su partenaire McCartney?, ¿o cómo creer al autor cuando este afirma que un día entró en una habitación y vio a su madre realizándole una felación a su entonces pareja Dykins? El Lennon de las entrevistas es lo bastante mojigato y reservado como para que tal descripción no haya salido jamás de sus labios. Las revelaciones sobre la vida amorosa de su tía Mimi son también dudosas. En ‘John Lennon’ el autor no hace responsable a nadie de lo que se dice, y eso siembra el desconcierto en el lector.

Cuando lo atribuye en el propio texto, la cosa empeora. La torpe revelación tardía de los recuerdos de la hermana del frustrado, y muerto prematuramente, músico beatle Stu Sutcliffe, sugiriendo que la fractura craneal que lo llevó a la muerte pudo haber sido provocada por una paliza propinada por el propio Lennon lleva la marca del familiar resentido y del buscador incansable de titulares. “Lennon asesinó a su mejor amigo”, podría ser un resumen burdo de un acontecimiento que ninguno de los amigos del grupo en aquella época presenció jamás. En otros casos, es más afortunado. La aclaración definitiva de las circunstancias en las que se produjo el abandono de John por parte de su padre en su infancia con el aporte de abundante correspondencia, diarios, testamentos y entrevistas con la viuda de Alfred Lennon arrojan nueva luz sobre este oscuro personaje, maltratado en todas las obras publicadas hasta ahora y que, en esta nueva biografía, emerge como un hombre encantador y con mala suerte, que debido a su trabajo, a la guerra y al aborrecimiento que suscitaba entre la estirada familia de la madre de Lennon, Julia Stanley, no pudo hacerse cargo del pequeño como él hubiera querido y el niño sensible hubiera necesitado.

Si las notas privan al lector minucioso y al fan entregado de poder recrear por sí mismo los pasos de John Lennon, el rico estilo literario de Norman da placer a unos y a otros enmarcando la agitada vida del beatle con limpias metáforas. El Lennon biografiado se monta sobre la comparación de uno de sus primeros héroes literarios, Guillermo Brown, personaje de ficción creado por un profesor de literatura clásica llamado Richmal Crompton, que era el arquetipo del niño ‘malo’ al estilo del cómic ‘Max y Moritz’ de Wilhelm Busch, ‘Zipi y Zape’ de Escobar o ‘Los cinco’ de Enid Blyton, otra de las series que también poblaban las estanterías de Mendips, la casa familiar. Ruidoso y desaliñado, con los bolsillos llenos de canicas, ranas y tirachinas, Guillermo es el jefe de una panda llamada ‘los Proscritos’ formada por tres camaradas más, que pasan los días enfrentándose a su eterno archienemigo Huberto Lane mediante sus ingeniosidades y la cohesión de un grupo juvenil basado en la jerga propia y los escondrijos secretos. Desde su pandilla juvenil, pasando por sus primeras formaciones musicales, sus amigos íntimos, los Beatles y su compañía de farra, el autor siempre sacará a la luz las comparaciones con el héroe de Crompton para explicar al hombre irónico, provocador, que se resiste a ser asimilado por la vorágine de la beatlemania y conserva, incluso en las pruebas más duras, el descaro, la frescura y la ironía de todo un proscrito que sólo busca el afecto de una pequeño panda para llevar adelante sus trastadas más o menos graves. Aunque Philiph Norman ni oculta ni disimula ninguna de las ‘travesuras’ de Lennon (algunas muy graves, como su abierta crueldad y desprecio hacia su primera mujer e hijo), el poso que deja es el del eterno Peter Pan que confesaría en una de sus canciones, ‘Woman’, jugando con el placer de estar vivo, ser tan famoso y haber alcanzado y superado todas y cada una de sus metas. Hay momentos cálidos y de una ternura franca y espontánea, como cuando su tía Mimi recordaba que a John le gustaba viajar a la casa que él le compró en la costa, sentarse con los pies en el agua y mirar las barcas. “Esos días siempre hacía sol”, recordaría la anciana años después de la muerte del sobrino amado y criado por ella.

Frente a esta calidez (igual que la conseguida sensación de que los capítulos de la infancia son más lentos y largos que los de la edad adulta, una lograda perspectiva infantil), el autor no dedica más que unas escasas páginas a su asesinato a manos de Mark David Chapman, dejando unas pocas líneas para abocetar la vida de un demente en contraste con la prolífica vida descrita de su víctima. Un acierto dada la poca relevancia intelectual de un asesino que sólo buscaba trascender de una manera brutal. Los lectores agradecerán también que no se detenga a describir de un modo minucioso las heridas, ni la agonía y sufrimiento de un Lennon herido de muerte la noche del 8 de diciembre de 1980. Unos pocos trazos vivos le bastan y sobran al autor para transmitir la desolación e irracionalidad de un acto criminal que cambió el mundo y la música para siempre. El capítulo extra en el que su segundo hijo, Sean Lennon, comparte con Norman los recuerdos de su padre y su triste despertar en su cama la mañana del 9 de diciembre sirven para poner la piel de gallina y hacer aflorar las lágrimas al lector más que la enésima repetición del parte de su autopsia, uno de los aportes, sin duda, más originales y estremecedores de esta nueva biografía.

Tan atento entomólogo de la vida lennoniana debería haber estado al tanto de algunos errores comunes en los que, inexplicablemente, cae. El encuentro tardío entre John Lennon y el productor de los beatles George Martin jamás sucedió en su casa de Nueva York, como se relata, sino en una fiesta de Hollywood, como el propio Martin en persona confirmó al periodista Steven Gaines. La policía que detiene a John y Yoko el 28 de noviembre de 1968 en su casa por posesión de drogas no puede sorprenderse por encontrar a “una pareja casada en la cama” porque el matrimonio se celebró, como cuenta el propio autor, un año después en Gibraltar. La frase ‘Eight days a week’, que dio pie a una canción y que Norman atribuye alegremente al chófer de Lennon, es en realidad una expresión de Ringo Starr acreditada pronunciada durante uno de los días de rodaje de la película ‘A hard day’s night’. Por último, el traductor hierra gravemente al convertir el ‘lost weekend’ de John Lennon durante su separación temporal de Yoko Ono en 1974 en ‘días sin huella’, nombre que se le dio en España a la película de Billy Wilder en la que se basa el comentario de John sobre su año demente y borracho en California. Debería saber que en la bibliografía beatle en español, el ‘fin de semana perdido’, traduciendo literalmente del inglés, es la expresión conocida para referirse a ese tiempo en la vida de Lennon.

Problemas, en cualquier caso, ligeros para una biografía que al terminarla deja en el paladar el sabor de trabajo definitivo. Resultará difícil por la extinción natural de los testigos de vida de John Lennon y la mil veces sobada documentación que alguien vuelva a abordar la trayectoria vital del músico aportando nuevos datos desconocidos. Quedarán sólo las perspectivas a abordar sobre un hombre cuya temprana desaparición supuso a un tiempo la certificación de la muerte de un mito y un sueño.

Iván Alonso

RESEÑA DE LA EDITORIAL

Ésta es la biografía total que Philip Norman ha hecho de John Lennon, el hombre que nació y murió bajo el signo de Marte, y tal vez por eso acabará reconvirtiendo su vida en una lucha apasionada por los ideales de la paz, después de haber sido el ídolo de millones de personas. Esa vida, esa creatividad y esa pasión constituyen la sustancia de esta biografía magistral, en la que Norman lanza una mirada renovada y penetrante. Tras años de investigaciones, Norman ha hecho aflorar una cantidad extraordinaria de información sobre Lennon: la educación estricta de su tía Mimi; sus incursiones en la pintura y la literatura, e incluso sus experimentos con la meditación trascendental, la terapia del grito primal y las drogas. El libro recoge los testimonios de numerosos informadores clave en su vida. Gracias a ellos, Norman nos presenta al hombre completo, con sus contradicciones infinitas, pero con toda la sinceridad que el propio John hubiera deseado. El diario Sunday Times lo eligió el mejor libro de música de 2008. «Norman afina y aumenta todo lo que sabíamos sobre Lennon… Sus devotos se deleitarán con la nueva información, y los demás se encontrarán con una historia conocida, pero contada con más veracidad que nunca» (Anthony DeCurtis, Rolling Stone).

Ficha del Libro

Título: John Lennon | Autor: Philip Norman | Traducción de: Fernando González Fernández-Corugedo | Editorial: Anagrama | Páginas 840 | Precio 34€