Feroz y recalcitrante crítico del siglo que le tocó vivir, fue capaz de poner patas arriba los dos sistemas existentes en la guerra fría. Fulminó por igual a los izquierdistas y marxistas junto con sus acólitos pseudointelectuales como al consevadurismo de derechas representado por la burguesa clase media internacional. Supo meter en cintura a los modernos que renegaban de todo lo clásico a la vez que defender las nuevas tendencias artísticas que sonsacaban el alma muerta de la sociedad.
Profundamente religioso crucificó a la propia iglesia católica a cuento del Concilio Vaticano II con frases como “Cuando la iglesia cree abrirle los brazos al mundo moderno, en realidad le abre las piernas”. Supo dar argumentos innecesarios, según él, de la existencia de Dios y de la del Diablo, al que acusa de haberse dejado desaparecer para que todo quedara en una contienda Dios/Hombre, las “dos únicas religiones”. Metódicamente formula los errores e ínfulas de la ciencia dejándola en su lugar debido. Y por supuesto raspa la careta de los políticos populistas parlanchines hasta mostrar abiertamente sus vísceras.
Ácido, como solo la edad le dejó ser, corroe todo aspecto social con una madurez explicita de la que no reniega y que ondea como bandera de sencillez y falta de hipocresía. Sarcasmo, ironía, doble verdad con tono de burla a la vez que profunda reverencia por los valores clásicos.
Un libro de cabecera con el que durante muchos días y muchas noches –no en vano contiene mil cuatrocientas páginas de papel biblia- disfrutaremos estando de acuerdo o en contra de él, pero sabiendo que estamos contendiendo con un sabio, un self–made–man de la cultura. Tomen entre sus manos un lapicero, y comiencen a leer y subrayar una de las más altas obras del pensamiento social y humano del siglo xx. Un libro pleno, inmenso pero que sin embargo tiene la sencillez de una frase acertada.
RESEÑA DE LA EDITORIAL
“Un texto breve no es un pronunciamiento presuntuoso, sino un gesto que se disipa apenas esbozado” Nicolás Gómez Dávila
«La exploración literaria del continente latinoamericano, acaso pagada de los talentos descubiertos e introducidos con éxito en el círculo de la world literature, dejó en el camino algunas gemas preciosas. La más brillante y notoriamente ignorada es la obra de Nicolás Gómez Dávila, escritor y pensador colombiano cuyos irresistibles aforismos sugieren analogías y asonancias con la gran tradición de moralistas franceses, desde Montaigne y Pascal hasta Rivarol. Algunas frases evocan la imagen de un Nietzsche colombiano.»
Franco Volpi
«No conozco antecedentes en castellano de una más transparente y hermosa eficacia de estilo.»
Álvaro Mutis
«La obra de Gómez Dávila se compone de miles de aforismos que él llamaba Escolios a un texto implícito y que presentaba como notas al margen de un sistema filosófico que nunca escribió. Ese conjunto monumental, secreto y provocador constituye algo así como una “estética de la resistencia” a las ideologías y modos de vida dominantes en la sociedad moderna, desde la óptica de un declarado reaccionario que por sus magistrales desplantes puede descolocar tanto a la derecha como a la izquierda tradicionales.»
Fernando Savater «El País»
“Atalanta pone a disposición del lector español los aforismos de uno de los hitos del pensamiento en lengua castellana del siglo XX.”
…La prosa y la lírica de nuestro autor es refinada, lacónica, certera e irónica. Irrespetuosa, arrogante y lacerante, a veces. Un fino estilista que interroga y responde, juega con la metáfora y la analogía, busca la paradoja y la contradicción, especula y conjetura, deduce conclusiones. De la forma al contenido.”
Miquel Porta Perales. ABC de las Letras. ABCD
Nicolás Gómez Dávila (1913-1994) nació en Bogotá. A los seis años su familia se trasladó a París. Allí adquirió un gran dominio del pensamiento, de las lenguas clásicas y la literatura europea. A los veintitrés años volvió a Bogotá. Con el paso del tiempo, atesoró en su mansión una imponente biblioteca, en la que se recluía a diario para leer y escribir. A lo largo de su vida trabajó en una sabia destilación de todas sus lecturas, que tituló Escolios a un texto implícito (1977-1986). Su obra comenzó a ser reconocida gracias al impulso que recibió en Alemania de Botho Strauss y Ernst Jünger, y a la edición italiana de Adelphi.
“La frase debe tener la dureza de la piedra y el temblor de la rama” Nicolás Gómez Dávila
Título: Escolios para un texto implícito |Autor: Nicolás Gómez Dávila | Editorial: Atalanta | Páginas: 1408| Precio : 38,50€