Poco se habla del colonialismo británico de Australia. Tras epidemias y masacres, la gran población de aborígenes fue menguando de manera alarmante.
Si investigamos un poco, podemos descubrir que no solo se trató de acabar con ellos de forma violenta. Entre 1910 y 1970, las políticas gubernamentales de asimilación provocaron que hasta una tercera parte de la población infantil, fuera arrancada de sus hogares y entregados a familias adoptivas e instituciones, prohibiéndoles usar su lengua materna.
Peter Carey, a través de su nueva novela, usa la Redex trial —una de las pruebas automovilísticas más duras que han pasado a la historia—, como telón de fondo, para presentarnos las historias que se entrelazan de sus dos protagonistas, que han de transformarse y resistir a pesar de quienes les rodean, tan agrestes como los paisajes que los acogen.
Autor y guionista nacido en el estado australiano de Victoria, ha sido el único autor que ha ganado el premio Booker en dos ocasiones. Dedicado a la publicidad, su afición a la lectura lo empujó a escribir, tardando su carrera en despegar, pero que una vez lo hizo, ha sido imparable. Lleva escritas catorce novelas, tres libros de relatos, varios de no ficción y ha sido adaptado cuatro veces al cine de la mano de directores como Win Wenders, Ray Lawrence o Gillian Armtrong.
Muy lejos de casa, publicada originalmente en 2017, llega de la mano de Piel de Zapa, editorial a tener en cuenta por la calidad de sus publicaciones, por lo que ya nos da una pista sobre la obra que tenemos en nuestras manos.
En ella, su autor nos narra como Irene Bobs, huyendo de su fanfarrón, ególatra y tirano suegro, se instala junto a su marido e hijos, en un pequeño pueblo australiano. Con una vida que gira alrededor del mundo del motor, pues tanto su suegro como su marido son vendedores de coche, se les brindará la oportunidad de participar en la Redex trial, una carrera alrededor de Australia en la cual, sus duros recorridos, pondrán a prueba tanto a los vehículos como a los pilotos más audaces y las relaciones personales.
Junto a ellos participará su vecino, un solitario y retraído sujeto cuya cultura y conocimiento de mapas les ayudarán en la travesía.
Resulta admirable y abrumadora como Carey trata, de forma tan sutil, temas tan trascendentales como el colonialismo o el sometimiento de la mujer, todo en el marco de la década de los años cincuenta, periodo de gran relevancia en la historia de Australia.
Gracias a esa objetividad, dichos temas terminan calando en el lector por la naturalidad con la que son tocados, puesto que a los personajes nos les resultan tan espinosos al estar tan arraigados dentro de una sociedad, que no es que los tolerasen, simplemente para ellos era algo normal, porque eran parte de los engranajes que la formaban.
Su prosa no es ágil, es reflexiva, como demuestran las voces en primera persona de sus dos narradores: Irene Bobs, una mujer fuerte dueña de su destino, consciente del papel que ocupa dentro de la sociedad, cediendo el protagonismo a un marido al que le está destinado el éxito, aunque lo merezca menos que ella; y Willie, el larguilucho vecino, cuyo pasado lo alcanzara por mucho que él quiera evitarlo.
la narrativa de Carey recuerda, no solo por el estilo, también por el contenido, al corazón de las tinieblas de Conrad, porque el hombre blanco siempre se ha apropiado del lugar al que ha llegado, arrasando y pasando por encima de quienes lo habitaran antes.
Lejos de casa es una historia matrioska que encierra historias. No es una lectura para el lector casual que solo busca entretenimiento. Es para aquel que ama y degusta literatura de calidad, no de consumo. Esta novela es como un buen vino que no debes beber de un trago, has de degustarlo sorbo a sorbo, apreciándolo hasta su última gota, por su valor, por su calidad.