Sonny Boy, de Al Pacino

Al Pacino es uno de los grandes del cine. Su presencia en alguna cinta, ya conlleva que al menos nos interesemos en ella. Protagonista de obras maestras, también ha tenido sus títulos menores. Pero es indiscutible, que buena o mala la película, verlo en pantalla siempre es un regalo.

Aunque desconozcas los aspectos de su vida, ver publicada su biografía es demasiado tentador como para no sumergirte en ella.

Nacido en el South Bronx, barrio humilde de Nueva York al igual que sus orígenes. Nieto de inmigrantes italianos, su madre, con graves problemas mentales, lo crió mientras pudo, pasado a sus abuelos, puesto que su padre, al divorciarse siendo este pequeño, formó una nueva familia.

Salvado de una vida de delincuencia gracias a la interpretación, fue alumno de la Actors Studio. Empujado a hacer cine, siempre fue actor de teatro. Por lo que era muy selectivo a la hora de aceptar una película, al menos en sus buenas etapas. Por avatares de la vida, con una carrera más que asentada, se vio obligado a ser menos exigentes con los guiones, pero esto no son más que meros apuntes de lo que podemos encontrar en una vida tan fascinante como sus mejores actuaciones.

Con fama de difícil en los rodajes, y de personalidad peculiar, cuando leemos su historia en primera persona, descubrimos, no solo al actor, sino a la persona. Comprendemos de donde proceden esas peculiaridades, y el porqué lo excéntrico a la hora de elegir sus papeles.

Lo que realmente me gusta de este libro es como Pacino se abre, narrándonos su vida desde lo visceral. No se limita a enumerar hechos encadenados que van dando lugar a su historia. Al contrario, habla desde lo más íntimo, nos sumerge desde el principio en las motivaciones que le llevaron a cada una de sus decisiones. No es como otras biografías que las podría haber escrito un tercero a pesar de ser el mismo autor el que la redactara, aquí se respira la nostalgia con la que el actor rememora cada recuerdo, confesándonos lo confuso que le resultaba esa incursión a la fama de la noche a la mañana a raíz de interpretar a Michael Corleone. El rechazo de papeles importantes—podría haber encarnado a Han Solo en Starwars—, simplemente por que no entendía la motivación del personaje, sin importar el dinero que recibiera por ello, prefería volver a las tablas, a cambio de un mísero sueldo, que renunciar a sentir la pasión de interpretar papeles que le dieran sentido a su profesión.

Pacino no se anda con remilgos. Se abre totalmente por medio de sinceridad y modestia. Modestia cuando se refiere a sus grandes películas, mostrándose solo como un actor en manos de directores a los que admira; sinceridad al describir sus debilidades, como el alcoholismo y las drogas. Es consciente de su cara oscura, y nos hace partícipes de ello con naturalidad, sin maquillarlo o excusarse.

A través de una narrativa sencilla, vamos conociendo de forma cronológica, la vida de este grande. Desde sus primeros recuerdos de la niñez, repasando a las personas que lo acompañaron, o marcaron su destino. De forma muy natural, nos hace partícipes de anécdotas protagonizadas por gente famosa, a los que el resto de mortales admiramos, mientras que para él no eran más que compañeros de trabajo, amigos o conocidos.

Huyendo del amarillismo, habla de sus relaciones personales, y de lo que significaron sus parejas para él, y como no, la paternidad, de la que se siente orgulloso, siendo de nuevo padre a sus 84 años.

Una historia que nos alegra, y nos fascina, pero que también nos entristece, porque no solo nos quedamos con el nacimiento y la evolución de una estrella, también nos conciencia de que su viaje está próximo a finalizar. Que pronto nos quedaremos sin su presencia. De esto hace énfasis en el último capítulo de su libro, dándonos una golpe de realidad cuando nos dice que el viaje se acaba, que somos finitos, que el joven interprete de El padrino, Sérpico, El precio del poder, está cerca del ocaso de su vida, y que cuando su sol se ponga, una parte del nuestro se ocultará con él.