“Con cinco números que componen una ecuación he creado una historia”. Entrevista con Samuel Baeza Álvarez

Los fanáticos de las matemáticas y del suspense están de fiesta con la nueva novela de Samuel Baeza Álvarez (Málaga, 2004), “La ecuación que resuelve el enigma” (ExLibric, 2024). Y a quien le parezca insólita esta unión de factores, tendrá que leerse esta historia, en la que el joven escritor ha hecho posible integrar las aventuras de una investigación con el cálculo matemático. 

Por: Eduardo R. Pastor.

Pregunta: – ¿Qué importancia tiene para ti escribir?

Respuesta: – Concibo la escritura tanto como un trabajo como una afición. Es una forma de crear realidades paralelas y mundos imperfectos en los que evadir al lector de la cruda realidad en la que nos vemos inmersos en multitud de ocasiones, construir personajes fuertes con los que el lector se sienta identificado o simplemente pase un buen rato y contar historias ya no solo para entretener sino también para enriquecer y aprender. 

P: – ¿Y por qué “La ecuación que resuelve el enigma”? 

R: – “La ecuación que resuelve el enigma” nace de la necesidad de contar algo innovador, algo distinto. Nos encontramos a Rubén, un profesor superdotado que tiene que viajar a cinco ciudades del mundo para encontrar cinco números que componen una ecuación, todo ello después de que se haya producido una desaparición en la facultad en la que él trabaja. El antagonista responsable de esto, Shareef, sabe que puede interponer los obstáculos que quiera en la vida de Rubén porque los cumplirá, por su familia y por su propia vida. Luego, se trata de un conflicto intelectual entre ambos personajes, que usan su alta inteligencia y sus creencias religiosas con fines diferentes. La disyuntiva es si Rubén conseguirá resolver la ecuación y destapar todo lo que está sucediendo o si nada es tan fácil como parece.

P: – ¿Te gustan las matemáticas?

R: – No, las detesto, aunque soy consciente de la importancia que tienen en muchos ámbitos de la vida y que con ella y diferentes algoritmos funcionan las redes sociales que usamos y las tecnologías que empleamos para comunicarnos. Sin embargo, no necesariamente tienen que gustar las matemáticas para plantear un libro donde estén presentes. 

P: – ¿Las matemáticas alimentan la literatura? 

R: – La alimentan, por supuesto. Un ejemplo claro es “La ecuación que resuelve el enigma”, una novela donde, como siempre digo, 2+2 no tienen por qué dar 4, y es que la realidad es mucho más compleja de lo que parece y a veces no todo es tal y como se nos presenta en nuestra mente a través de la interpretación del relato. En este caso, con simplemente cinco números que componen una ecuación he construido esta historia. Ni siquiera sé resolver esa ecuación, pero no es necesario, lo importante es que ese concepto inicial se relaciona también con la profesión del protagonista y todas las piezas encajan de esta manera.

P: – ¿Qué detalles importantes te está dejando esta novela en cuanto a lectores? 

R: – Me hace darme cuenta de, en primer lugar, la importancia de extender la lectura en la sociedad moderna y, en segundo lugar, de cómo es posible que con un personaje potencialmente atractivo en términos de personalidad como lo es Rubén y una historia ágil como lo es esta novela pueda conseguir emocionar al lector y hacerle continuar hasta llegar a la resolución del conflicto. Las opiniones de los lectores son muy buenas, y reconozco que no solo yo soy el responsable de que eso sea así, también las personas que, como parte de la documentación, han contribuido a crear esta historia dándome pequeños detalles y matices que he ido moldeando para dar forma a “La ecuación que resuelve el enigma”.

P: – ¿Te interesa cultivar un género determinado? 

R: – Sobre todo, me gusta desarrollar la novela negra. Creo que vivimos en una sociedad en la que, por desgracia, nos hemos acostumbrado a que lo que se narra en este tipo de género suceda en la realidad; de hecho, no hay que irse a Estados Unidos (escenario de muchas de estas novelas) para ver u oír sobre crímenes: en nuestra propia ciudad se producen también. En muchas ocasiones, ha habido casos a lo largo de la historia que han inspirado a autores y a productores de TV o cine a crear obras basadas en eso, y yo en lo que profundizo es más bien en la originalidad del relato, en cómo se plantea la historia, basándome en algo totalmente ficticio; pero haciéndolo lo más real posible

Asimismo, no me importaría adentrarme en otras ramas de thriller más especializadas, como podría ser el thriller político o incluso una combinación de thriller con terror.

P: – ¿Eres un lector inconforme? 

R: – Sí, normalmente no hay libros que me terminen de llenar al 100 %. Por eso soy escritor. Ninguno de mis libros será perfecto, pero sí soy consciente de que soy capaz de crear tramas potencialmente atractivas con componentes que llevan de la mano al lector hasta el final, y es importante seguir desarrollando eso para cumplir mi propósito de crear una literatura rupturista y no publicar más de lo que ya hay: temáticas manidas.

P: – ¿La literatura ha cambiado tu visión del mundo? 

R: – Creo que no lo suficiente todavía. La visión del mundo creo que cambia con experiencias vitales, con mucha trayectoria vital y, por supuesto, con muchos libros leídos. Me queda literatura por leer, de grandes autores y otros no tan conocidos, pero igual de grandes: al final, todos somos grandes en algún sentido, y nuestro trabajo debe ser leído y compartido. Cada libro es un viaje y una realidad distinta, y adentrarse en cada una de ella significa conocer algo nuevo. En definitiva, aprender.

P: – ¿Qué opinas del mercado editorial? 

R: – El mercado editorial, al menos en España, es complejo y diría que es sencillo solo para una serie de autores: los que engrosan las ventas en las grandes librerías y los que tienen popularidad por diferentes motivos. Sin embargo, los que hemos comenzado a escribir y queremos dar el paso de publicar, nos encontramos ante la tesitura de que las grandes editoriales nos rechazan de sus catálogos o directamente no nos contestan. La realidad es que hay intereses económicos y de mercado detrás: el perfil del autor es responsable de esos ingresos que pueda tener la editorial. Por tanto, muchos acaban autopublicando con Amazon, lo cual considero un error, al menos en mi opinión. Autopublicar con Amazon, sin la debida promoción, es como sumergir tu libro en una plataforma con millones de productos. ¿Quién se va a interesar por ese libro en concreto si no tienes ninguna editorial que te avale? No todas hacen la promoción necesaria; pero es el escritor el que tiene que esforzarse al máximo por no conformarse con cualquier cosa, colar el libro en una editorial de confianza, que traten el manuscrito como merece. Al menos, es mi consejo.

P: – Paul Auster decía que en literatura no existen niños prodigio. ¿Estás de acuerdo? 

R: – No nos podemos ceñir exactamente a la proposición de Paul Auster. Un niño, desde que desarrolla la capacidad de escribir y leer, puede empezar a contar historias. Bien es cierto que esas historias no tendrán un componente de madurez necesario, puesto que el niño no lo ha alcanzado aún; sin embargo, eso no significa que ese niño no sea capaz de contar, de relatar cualquier cosa que se le pase por su cabeza si encuentra las herramientas para hacerlo. Y claro está que cuanto antes las encuentre, más entrenamiento tendrá para la vida adulta. Y con la literatura sucede igual que con cantantes y bailarines. Hay niños muy talentosos, pero el talento también se cultiva aprendiendo de los mejores.

P: – ¿Te imaginas escribiendo siempre? 

R: – Sí. Imagino ciertas vicisitudes que puedo enfrentar en el proceso creativo, como cualquier escritor. Ya las he enfrentado, y sé cómo salir de ellas, es normal. Sin embargo, esos problemas no deben impedir continuar creando. Creo que el ser humano está en la Tierra para seguir contribuyendo a la creación y evolución, y por creación puede entenderse historias, descubrimientos, inventos… Lo que sea.

P: – ¿Qué crees que le diría el Samuel niño al joven actual?

R: – El Samuel niño probablemente no sabía que algún día el joven actual escribiría un libro, pues esa necesidad surge de la lectura de otros libros. Pero lo animaría a seguir escribiendo.