Conviviendo con el ruido interno: el silencio como fuerza transformadora.

Por: Concepción Hernández.

La escritora, psicóloga y matrona Concepción Hernández (Alicante, 1971), autora del libro ¡Confía y suelta! Vol. 3 (Star Sale Editores, 2024), reflexiona sobre el ruido que nos aturde y el silencio como respuesta transformadora. Su nueva obra, compuesta por frases a modo de aforismos, acude a la palabra como vía para cambiar nuestra perspectiva de la rutina. 

No podemos dejar de pensar a pesar de que la mayoría de nuestros pensamientos resulten estériles por ser automáticos y repetitivos. Con frecuencia, se presentan como mensajes machacones que nos sabotean con frases como no eres lo suficientemente bueno o jamás lo lograrás. Este ruido mental nos muestra una imagen deformada y negativa de nosotros mismos que nos impide pensar con claridad, crecer, madurar y desarrollarnos tanto a nivel individual como social de manera satisfactoria. Pero lo más preocupante es que hemos desarrollado una gran tolerancia a este ruido y ni siquiera nos damos cuenta de su efecto nocivo.

Vivimos de manera superficial, distraídos, dispersos, y en ese contexto, el ruido se convierte en un aliado fatal. Nos estresa e irrita, así como provoca interferencias que pueden hacernos enfermar. Para evitarlo, se impone la necesidad de hacer una pausa, de tomar un descanso para crear un espacio seguro en el que sanar, reflexionar y encontrar soluciones.

En este proceso de búsqueda de calma y reflexión surgen mis libros. A lo largo de los años se manifiestan a través de mí, despacio, a fuego lento. Son fruto de mi necesidad de calma interior, del interés por la contemplación y de una curiosidad insaciable. Cada uno de los volúmenes de la serie ¡Confía y suelta!, describe el momento vital en el que se gestó. El Vol.1 (2014-2018), respondió a mi necesidad de confianza y seguridad. El Vol.2 (2018-2021), trató del amor a mí misma y la necesidad de soltar cargas y dejar ir. Finalmente, el Vol.3. (2021-2024), aborda la necesidad de aceptar, de poner límites sin levantar barreras y de encontrar un espacio mental seguro.

A veces, las palabras mismas se convierten en ruido, en un instrumento a través del que expresamos críticas, juicios, opiniones, quejas y mentiras. No nos importa lo que el otro tiene que decirnos, sólo importa aquello que nosotros queremos comunicar, nuestro punto de vista. Tampoco nos preocupa la veracidad de los mensajes, ya que la mentira se ha normalizado como un recurso aceptable. Hemos reducido la comunicación a la nada, porque no hay intercambio ni aprendizaje. Despojamos a la palabra de su propósito y la convertimos en basura que arrojar al otro.

Por eso es necesario el silencio, porque limpia, renueva y actúa como un lugar de transición, de paso obligado para transmutar la queja en gratitud, la preocupación en confianza y además, nos permite alcanzar un estado de conciencia diferente.

Y lo tenemos a nuestro alcance, es universal y gratuito. Tan sólo precisa de una decisión, porque ante el ataque o la amenaza, guardar silencio también es una opción. A veces, la mejor decisión al no aumentar la tensión ni empeorar los conflictos. Muchos considerarán ese silencio una cobardía o un refrendo a la ofensa recibida, pero no es signo de debilidad sino de sabiduría. En esta línea, un ejercicio que suelo recomendar a mis pacientes es que, ante las críticas o juicios desagradables, se digan a sí mismos: Elijo el silencio, antes que pasar al contraataque. 

El ruido también es obstáculo y no se marcha nunca. Se parece a la oscuridad, que se cree invencible pero tan sólo un pequeño destello la hace desaparecer. De igual forma, el ruido se esfuma ante el silencio, no precisa lucha, no requiere batalla. Pero el silencio nos da miedo, tememos que algo temible aflore si nuestras voces se acallan. Nos asusta profundizar en nuestro interior, por si algo turbio o vergonzante se hallara escondido y expectante. No hay nada de eso. Profundizar en nosotros mismos nos permite lograr cambios estables y duraderos, aprender estrategias de afrontamiento y desarrollar cualidades como la paciencia, la tolerancia, la empatía y el sentido del humor.

Fruto de ese trabajo interior, de esa búsqueda de calma como remedio que preserva la salud mental, nacen las frases que contiene la serie ¡Confía y suelta! 

Nunca sé cuándo brotarán, qué le permitirá manifestarse, pero cuando nacen, las capturo  y  cristalizo en mi cuaderno porque de lo contrario,  se esfumarán como los sueños. Este proceso creativo es espontáneo y está íntimamente ligado a mi vida contemplativa. El principal reto consiste en convertir esas abstracciones en conceptos concretos y argumentos comprensibles para otros.

Me gusta sembrar mentes imaginando que esas ideas terminarán fructificando en algo positivo. Y me motiva promover el pensamiento consciente, ya que cualquier esfuerzo en favor del desarrollo del pensamiento crítico es crucial para evitar que acabemos siendo simples marionetas replicantes.

Por ese motivo es importante detenerse de vez en cuando para preguntarse, ¿qué estoy pensando? 

 Finalmente, quiero compartir un enunciado que, además de formar parte de ¡Confía y suelta! Vol. 3, resumen perfectamente lo expuesto hasta ahora, dice así:

Aislarnos, tomar distancia,

Hacernos a un lado, tener perspectiva,

Descansar en los silencios,

Buscar refugio,

Mirar adentro y,

 protegernos del exterior para resolver nuestros conflictos.

No hay paz externa sin equilibrio interior.

Mereces un tiempo de pausa e introspección, ¡a por él!