Puede que a la mayoría no le suene el nombre Ennio Flaiano, pero si decimos La dolce vita, Fellini, ocho y medio, Calabuch, El verdugo… ya su obra nos suena más. Y es que estos títulos, que forman parte de la historia del cine, no son más que una muestra de la gran labor como guionista que ejerció este autor para directores tan prestigiosos como Federico Fellini, Roberto Rosellini, Vitorio de Sica, Michelangelo Antonioni, Dino Rissi… y como no, nuestro querido José Luis García Berlanga.
Periodista, crítico y dramaturgo, Tiempo de matar fue la única novela que escribió y con la que ganó en 1947 el Premio Strega, el máximo galardón literario en su Italia natal. Más reconocido, lógicamente, por su faceta de guionista, quedaba patente la gran calidad que tenía también como novelista. Puede que su prematura muerte a los 62 años, nos privara de alguna novela más.
Llevada al cine, no con mucha fortuna, en 1989 por Giuliano Montaldo y protagonizada por Nicholas Cage, nos presenta a un joven teniente del ejercito italiano que participa en la invasión fascista de Abisinia. Después de accidentado el camión en el que viaja con motivo de sacarse una muela que lo atormenta, vaga hacia el campamento, encontrando a su paso a una hermosa joven nativa, a la cual forzará y que accidentalmente acabará matando. Para él puede que no haya sido una violación, puesto que la joven en ningún momento se vio forzada, pero a raíz de la muerte de la chica, el sentimiento de culpa lo perseguirá empeorando aun más su situación. Las consecuencias le llevarán a sufrir una existencia en una especie de purgatorio en el que le atormentarán la culpa por la muerte de la chica y el descubrimiento de una terrible enfermedad que atribuirá a una venganza póstuma de la víctima.
Quizás el protagonista de la novela nos sea consciente de su falta (o falsa) de moral, pero el lector sí, sin saber si debe condenar o perdonarlo al reconocer que no es más que un hombre marcado por las circunstancias y tiempo que le ha tocado vivir. El autor realiza una incisiva crítica hacia el vergonzoso colonialismo donde naciones más fuertes creen tener el derecho a usurpar recursos de países más débiles. También encarna a través del teniente italiano ese machismo recalcitrante y el despotismo del más fuerte, donde según su concepto de civilización le brinda el derecho a tomar lo que le apetezca por el mero hecho de creerse superior.
La lectura recuerda a Conrad y su corazón en las tinieblas por esa condena al cruel colonialismo, como también contiene reminiscencias de otro corazón famoso de la literatura como es el delator de Poe, especialmente en el episodio del hallazgo de oro cerca de la tumba de la muchacha, pero que también se palpa, más sutilmente, a lo largo del relato.
Hace poco leí que la literatura anterior a los años setenta del siglo pasado tiene ese halo de seriedad que no contiene la actual. No sé si es exactamente eso, pero es cierto que notamos una diferencia en la narrativa clásica. En Tiempo de matar advertimos esa no sé si denominarla grandilocuencia, que se ausenta en la literatura de hoy día en la mayoría de lo que se publica, provocando que el lector piense y lo leído no sea solo entretenimiento. Literatura que altera conciencias y que posiblemente en la actualidad se torna más necesaria.
Agradezco a la editorial Altamarea que nos devuelva historias longevas como estas en tiempos presentes en los que la imagen no nos brinda un respiro. Historias que siguen de actualidad a pesar de haberse escrito tantas décadas atrás, a la vez que podamos conocer y degustar la exquisita pluma de Ennio Flaiano.