Ed. Sloper 2023
Este libro reúne quince relatos, la mayoría breves, que suponen un impresionante despliegue de imaginación. Cadillac Ranch es el primero, el más largo y el que da título al libro. Una buena proporción de ellos han recibido premios en distintos certámenes de la geografía española.
Si bien cada relato desarrolla una historia y un tema por completo diferente al resto, hay un fuerte nexo de unión, y es su marcado carácter kafkiano, surreal, onírico, además de un soterrado humor negro que, en unas narraciones más que en otras, brota como una sudoración, empapando el texto.
El primer relato —que da título al libro—, ya impacta dando un toque de road-movie con un viajero conduciendo enloquecido por las interminables y desoladas carreteras norteamericanas que cruzan el continente de este a oeste. Después van alternando historias más o menos realistas pero con un punto absurdo, como Cara de mujer con tres ojos, o Hanami, a otras por completo inquietantes como Cacharritos, la pesadilla de En el paréntesis del mundo o la bellísima Ultramar. Otras, sin embargo, podrían calificarse de hiperrrealistas, como Tal vez un hogar, donde todo un detallado y espectacular plan de acción empresarial se ve voluntariamente pospuesto hasta convertirse gradualmente en una situación claustrofóbica. También hay alguna historia por la que sobrevuela el misterio o la intriga, como en Cuarto cerrado, o La Misión. En el caso de Ya no hay luciérnagas, se trata de una deliciosa ensoñación, donde la duplicidad de la protagonista crea una sensación nostálgica y muy tierna. Un pueblo pequeño y pintoresco también rebosa ternura, dentro de su irrealidad. Lo insólito es una narración con un toque de absurdidad, como la inquietante Ayúdeme a salir. La narración más larga, y más surrealista, es la penúltima: Cundi Macundi, subdividida en siete secciones, cuya acción se desarrolla en un submundo caribeño absolutamente opresivo y enloquecedor.
La guinda viene al final, con una breve y divertidísima parodia —Negros literarios— en la que el propio autor se introduce a sí mismo y a sus propios relatos, en un gesto desternillante.
Antonio Tocornal domina en estos relatos su prosa y sabe cambiar de registro en cada texto, manteniendo un hilo conductor en cuanto que juega con lo imaginario, sueños o pesadillas, lo irreal partiendo de lo real, lo inexplicable, lo onírico y lo inquietante, pero siempre sustentado por un tono de ligero humor. Consigue meter al lector en la piel del protagonista de cada narración, y hacer creíble lo increíble con su ficción.
Fuensanta Niñirola.