El quinto en discordia se nos presenta como unas memorias, las memorias de un viejo solterón, el profesor y erudito Dunstan Ramsay, originario de un pequeño pueblo canadiense, Deptford. Pero en esas memorias no sólo nos narra su vida, sus traumas infantiles y sus obsesiones de adulto, sino que a la par que él, crecen y desarrollan su vida dos personajes que han tenido desde la infancia, un grandísimo ascendiente sobre Ramsay: Boy Staunton, el chico perfecto, el gran hombre, el magnate. Y Paul Dempster, personaje indescriptible y mágico, que aparece y desaparece de su vida y con el que en algún momento se sintió responsable de su origen.
Existe una invisible ligazón que une a los tres personajes amigos de la infancia, originarios del mismo pueblo -Deptford- aunque la más evidente es la relativa al hecho del nacimiento de Paul Dempser y la famosa bola de nieve que origina el parto de la señora Dempster. Lo que aparentemente no tiene una relación a lo largo de la novela, la adquiere de golpe al final, y es justamente el papel de Ramsay como catalizador en un brevísimo pero fundamental encuentro entre los otros dos: Paul y Boy.
Pero así como en las otras dos partes de la trilogía, (Mantícora está protagonizada por Boy Stampton y Mundo Prodigioso por Dempster) los protagonistas son los otros y él es el nexo entre ambos, en El quinto en discordia es Ramsay el absoluto protagonista, sumergiéndonos en un mundo muy particular, el de un niño obsesionado por la culpa y la visión de una santa demente, obsesiones que derivan a otras en su madurez, la pasión por los santos; no es una pasión religiosa, propiamente, aunque es, ciertamente una pasión, casi de coleccionista. En este punto he de dar la razón a V. Puig en su prólogo, cuando cita la “complicidad constante con el mundo de Jung” como inspirador del universo de Robertson Davies. El tema jungiano del inconsciente colectivo de la humanidad, que se baraja en el estudio de los santos, las religiones como modo de acceder a nuestras mitologías y entender nuestros fantasmas. El tema de la enfermedad mental (toda su obsesión con la señora Dempster), el del ilusionismo y los magos, apenas iniciado en el último tercio de la novela, es otro eco jungiano; la introversión adulta y extroversión infantil de Dunstan, recuperada en su vejez; el hermafroditismo del personaje de Liesl; la figura del héroe; el principio de entropía por el que los opuestos se atraen…Toda la historia personal de Dunstan Ramsay está impactada por un hecho de su infancia y rememorada en la imagen surgida en una heroica acción de guerra y que determina sus búsquedas posteriores. Pero sus reflexiones están impregnadas de un humor muy sutil, así como su visión de la vida en general y de su propia vida en concreto. Este humor le imprime un sello personal, le da una calidad al texto que lo agranda con múltiples connotaciones y sugerencias. En suma, la obra de Davies nos ofrece una profundidad inusual en la literatura contemporánea.
El quinto en discordia es un concepto extraído de la terminología teatral, -actividad a la que el autor se dedicó algunos años, en Londres- y que presupone un personaje impar, ajeno a las contraposiciones bueno/malo, feo/guapo, héroe/villano, etc.; muy importante en la medida en que hace resaltar las incongruencias o los valores de los demás: sirve de contrapunto y a la vez de apoyo al héroe o la heroína, y aunque no se lleve la mejor parte de la obra, es como esos elementos químicos, los catalizadores, que son imprescindibles para que una mezcla se produzca, aunque no participen de ella. Ramsay es, por descontado, ese elemento.
Ariodante
Título: El quinto en discordia | Autor: Robertson Davies | Editorial: Asteroide | Traducción: Natalia Cervera | Páginas 360| Precio 18,95€