A David Monteagudo (Viveiro, Lugo, 1962), la publicación de «Fin» y su abracadabrante efecto dominó le han cambiado la vida. Y no solo porque su debut literario esté en pleno proceso de trasvase a la gran pantalla, sino también porque le ha permitido sentirse escritor las veinticuatro horas del día. Antes, cuando escribía para sí mismo y se dedicaba a coleccionar negativas de agencias literarias y editoriales, este gallego afincado en Cataluña tenía que compaginar el teclear con su trabajo en una fábrica de cartonaje de Vilafranca del Penedés. LEER MÁS
FOTO:Álex Marín
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