La obra elegida para Gógol, Por qué discutieron Iván Ivánovich e Iván Nikiforovich demuestra la capacidad de dotar de sentido del humor a la tragedia propia del autor. Cuento sencillo sobre rencillas entre amigos y vecinos que se magnifica por la terqueza de ellos y la torpeza de sus conciudadanos.
Turguénev parodía en Diario de un hombre supérfluo a los intelectuales carentes de voluntad tan típicos de su generación. El hombre de las lentes grises da testimonio de su paso por París y el efecto que tuvo en él la revolución de 1848 y sus ejecuciones múltiples.
Para Dostoievksi se han seleccionado El marido de Anulka, Bobok y El sueño de un hombre ridículo. El primero desentraña el sentimiento de culpabilidad, la segunda versa sobre la conversación entre los muertos de un cementerio con el mensaje claro de mantener una moralidad y una conciencia puesto que quienes no la tienen huelen mal hasta muertos. Nihilismo, existencialismo y la soledad como vacío en el que nada se puede contrastar son las bases de El sueño de un hombre ridículo.
Tolstói está representado por cinco de sus relatos, pequeñas obras de arte escritas a caballo entre su fervor religioso y su inquietud moral.
Leskov, gran observador de costumbres con su exhuberancia estilística aporta dos relatos para un volumen que cierra el gran Chejov cuyo prestigio se acrecienta conforme pasa el tiempo. Sus máximas como “la brevedad es hermana del genio” y “escribir bien es escribir breve” están perfectamente reflejadas en los ocho relatos que culminan esta antología.
Magrinyà en su prólogo es capaz de observar las relaciones entre todos ellos y ver como interactúan en sus composiciones como el eco, la burla o el espejo unos de otros, todo esto unido a una nueva traducción contribuye a que el placer de leer este Un siglo de cuentos rusos sea un deleite para todos los sentidos intelectuales y literarios. Disfruten de él.
Marc Canela
FICHA DEL LIBRO