El término Urbanismo, según la 23ª edición del diccionario de la Real Academia Española, contiene tres acepciones. La segunda de ellas nos lo define como: Organización u ordenación de los edificios y espacios de una ciudad. Esto puede resultar nimio y abstracto para la mayoría, porque nunca se ha parado a pensarlo. El urbanismo Influye en todos nosotros de forma vital, no solo en nuestra cotidianidad sino incluso en nuestro estado de ánimo. La forma en cómo se distribuyen las ciudades o pueblos donde residimos, condiciona activamente tanto en el modo de vida como en la forma de percibir nuestra realidad.
No es lo mismo residir en un edificio gris y carente de personalidad, que en uno atractivo y acogedor; así como no es lo mismo asomarnos a nuestra ventana o salir de nuestros edificios y toparnos con una calle estrecha, franqueada por más edificios impersonales justo delante de nuestras narices, que encontrarnos con un gran parque o zona verde, que nos alegre la vista desde primeras horas del día. Momento crucial que marcará nuestra predisposición y ánimo para el resto de la jornada que nos queda por delante.
Esto que a muchos puede pasar desapercibido no resulta baladí para los responsables de la ordenación urbanística. Menos aun para el despotismo, que a lo largo de la historia de la humanidad, ha querido hacer ostentación del poder usando la arquitectura como una elemento más de intimidación para el resto, y de grandiosidad para gloria de sí mismo.
Owen Hatherley, periodista británico, doctorado en el Birkbeck College con una tesis sobre el constructivismo y el americanismo, y con varios libros en su haber, entre ellos recopilatorios de sus artículos de temática arquitectónica, nos sorprende con esta obra sobre la historia íntima de la Europa comunista del siglo XX contada a través de sus edificios Reflexionando también sobre el poder y lo que este hace en las ciudades. Esta historia nos la contará a través de los diferentes estilos arquitectónicos comunistas: el rococó supersticioso y despótico del alto estalinismo, sus monumentos conmemorativos, palacios, castillos. Repasa el uso de paneles prefabricados de hormigón por la Alemania del Este hasta los ostentosos metros de Moscú y Praga.
A pesar de ser nieto de comunistas y autodenominarse a sí mismo como tal «al menos en el sentido en que la palabra fue utilizada en el Manifiesto comunista», no politiza esta obra, y la cuenta de una forma objetiva, sin importar la vertiente política , ya que como él mismo explica: «en este libro se usa el término “comunismo” por comodidad. No considero que estas sociedades encajen con la descripción en ningún sentido que sea significativo. Nadie, ni siquiera Stalin, afirmó jamás seriamente que se hubiera instaurado el comunismo en la URSS». Incluso alude a la arquitectura nazi, porque al fin y al cabo, los extremos terminan dándose la mano.
Con un trabajo de campo encomiable, Owen ha visitando gran cantidad de países que pertenecieron al Bloque del Este. como en su presentación, él mismo nos adelanta lo que irá mostrando: «esa architecture parlante una arquitectura que explica constantemente el Estado que representa con edificios emblemáticos y enormes avenidas que se construyeron para la exhibición de poder; […] el mikrorajon vastos complejos de viviendas del tamaño de ciudades, edificios públicos para inculcar la ideología»; y cómo no «los memoriales, monumentos conmemorativos erigidos por regímenes obsesionados con el juicio de la historia». Así vamos acompañando al autor a través de esa geografía de construcciones mastodónticas, llegando, a la que quizás sea mi parte favorita, los metros, donde repasamos las exuberantes estaciones de Moscú, construidas de forma ostentosa. Pero el autor no se limita a hacernos de guía de estos países por medio de su arquitectura, nos completa el recorrido con el contexto social y político que acabó desarrollando cada proyecto.
La editorial Capitán Swing nos entrega una obra que abarca en sus casi setecientas páginas la mayor parte de estos elementos que definían una era de poder y esplendor donde el ciudadano al final era lo de menos. Un libro que para el lector profano puede resultar tedioso, pero para el aficionado a la arquitectura, a la política, a la historia, e incluso, a la sociología resulta una lectura interesante, e incluso estimulante. Donde sus textos están acompañados de fotografías en blanco y negro, que tal vez podrían haber sido de mayor tamaño, pero esto hubiera incrementado tanto el grosor como el coste del libro, y al fin y al cabo, en esta arquitectura predominan los grises, no solo en sus elementos y materiales de construcción, si no en ese pasado que cuentan. Ese legado donde la apariencia y la intimidación forma parte de la estrategia final.