En 2018, durante una visita a la casa de su familia en Alemania, Laura Alzola Kirschgens encuentra un archivador con una inscripción en el lomo: Familiengeschichte. «Historia familiar».
Sumergida entre documentos, cartas y fotos, la autora reconstruye la historia de sus abuelos, quienes se cartearon durante cinco años, entre 1944 y 1949, cuando ni siquiera se conocían en persona.
Él escribía desde el frente en la Segunda Guerra Mundial —y luego desde un campo de prisioneros soviético— y ella desde una región alemana devastada por los bombardeos.
Además de preguntarse por la relación de sus antepasados con la guerra y el régimen nazi, este libro de Laura Alzola Kirschgens explora cómo la memoria viaja a través de las generaciones y cómo el amor nos mantiene a flote cuando la realidad se vuelve insoportable.
La imagen que tengo de mis abuelos es de segunda mano. Mi madre nos contó cómo eran, qué hacían, qué les preocupaba. Que se conocieron en la guerra a través de cartas. Sin verse, sin tocarse. “Los puso en contacto un amigo, o una amiga… no estoy segura”, recuerdo que nos dijo alguna vez. Ni mi madre ni mi hermano ni yo sabíamos que pudiéramos leer las cartas gracias a las que estamos todos aquí. Ni que mi tía las hubiera conservado, ni que ahora las tuviese su hermano.