Minotauro sigue reeditando joyas a través de su colección “Bibliotecas de autor”. Gracias a ello podemos volver a visitar, o incluso descubrir, grandes clásicos de lo fantástico y la ciencia ficción de autores emblemáticos como Ray Bradbury, Urula K. Le Guin, Kim Stanley Robinson y Philip K. Dick.
De este último es la obra que nos ocupa hoy: Tiempo de Marte. En ella la acción nos traslada al planeta rojo que alude el título y que tanto protagonismo sustenta en la obra del propio Dick.
La novela es una ampliación del relato “Nosotros, los marcianos”, que fue publicado en tres partes en la mítica revista Galaxie Sciencie Fiction.
Esta vez visitamos un Marte ya colonizado desde hace algunos años, donde el agua sigue siendo un bien muy escaso. Es por ello que dichas colonias se sitúan cerca de los famosos canales que circundan la superficie del planeta, presumiblemente construidos por los ancestros de los denominados por los colonos,“Bleekmen” -la población nativa de Marte, una raza humanoide de tez oscura- provocando que Arnie Koot, presidente del Sindicato Local de Trabajadores del Agua, sea la persona más poderosa del planeta. Tal vez lo único más valioso que el líquido elemento sea un niño autista llamado Manfred Steiner. Clasificado por la ONU como niño “anómalo”, los cuales están destinados a la deportación y destrucción total. Otros sospechan que el desorden de Manfred alberga la cualidad de abrir una ventana hacia el futuro.
Resulta obvio como Dick realiza una crítica a la colonización por parte del hombre blanco, donde al nativo de la tierra conquistada se le definía como primitivo y salvaje, situándolo un eslabón por debajo en la evolución; de cómo condiciona la forma de vida de dichos nativos y se lucra con las riquezas y materias primas creyéndose propietario legítimo solo por sentirse superior. Una crítica a esta forma de invasión a la altura de la obra cumbre de Joseph Conrad, “El corazón de las tinieblas”.
Podemos, por la descripción de los escenarios marcianos y sus habitantes, que viven de la caza y mantienen creencias religiosas antiguas, trasladar perfectamente la trama a las grandes llanuras centrales de Australia.
Podemos ver como Philip K. Dick revisita sus temas recurrentes como son la colonización de otros planetas, así como la inquietud por la psique, las enfermedades mentales y el poder centralizado.
Ese poder centralizado lo personifican los grandes asentamientos coloniales, siendo lo más grandes y poderosos los de Estados Unidos e Israel. Donde una omnipresente ONU solo piensa en lucrarse al querer colonizar el planeta en el menor tiempo posible.
A los que están familiarizados con la obra de Dick, sabrán la relación que sufría el autor con las enfermedades mentales, tema muy habitual en sus tramas. Y “En tiempo de Marte” no podía ser menos, llevando al protagonista por la fina línea entre la cordura y la caída en la esquizofrenia, miedo que el propio autor temía en su día a día. También trata un tema tan controvertido como el autismo como si de un don para la precognición se tratara. Hay que contextualizar la obra, que escrita en 1964, no se puede considerar que el uso del autismo aquí sea frívolo, todo lo contrario. Por aquel entonces se había avanzado mucho en el tema, y ya irrumpió la teoría del psiquiatra Leo Kanner donde separaba el autismo de la esquizofrenia, anteriormente relacionados entre sí. Todo esto nos indica que K. Dick investigaba y trabajaba sus tramas con rigurosidad y sin dejar nada al azar.
Aparte de la crítica social y colonialista que alberga la novela, resulta muy entretenida su trama en forma de thriller donde tienen cabida el asesinato, el adulterio y las traiciones. Haciéndola muy entretenida.
Una nueva joya de este genio visionario que fue Philip K. Dick, merecedor de que admiremos todo lo que saliera de su pluma.