Aunque su creación data de la ya lejana década de los sesenta del año pasado, es indudable que Spiderman es un héroe que ha seducido a numerosas generaciones de lectores, gozando en la actualidad de una salud envidiable gracias a sus adaptaciones cinematográficas y a que sus cómics siguen siendo de los más populares de la editorial Marvel. Lo que hace irresistible al personaje es su inmensa humanidad. Peter Parker no deja de ser un joven imperfecto con una existencia llena de conflictos comunes a todos los seres humanos: los estudios, los amoríos, las dificultades económicas o incluso el bullying que sufrió en el instituto cuando era adolescente. Uno de sus creadores dejó claro en una entrevista el secreto de su popularidad:
“En aquella época, los superhéroes no tenían problemas. Solo tenían un problema y era el villano que les tocaba ese mes. Yo no estaba interesado en escribir esas historias. Quería escribir sobre un personaje que estuviera preocupado por llegar a fin de mes, igual que yo. Me gustaba la idea de darle una tia enferma y crei interesante que no fuera popular en la escuela. (…) El éxito de Spiderman se debe casi con toda seguridad a la capacidad que tiene la gente para identificarse con él. Es un personaje al que la gente comprende. Probablemente sea el superhéroe más realista que creé en aquella época porque se trataba de un chico con muchos problemas. Sus poderes parecían una bendición que solucionarían todos sus males, pero al final le daban mas problemas”. Stan Lee citado en “Spiderman, historia de una araña”, de David Hernando y Julián Clemente. Dolmen Editorial. 2004.
En cualquier caso, también es cierto que los años transcurridos de incesantes aventuras pesan como una losa sobre uno de los aspectos más importantes de todo personaje de ficción: su credibilidad. Peter Parker nunca ha dejado de ser un joven de edad indeterminada (salvo excepciones en episodios que transcurren en mundos alternativos) que parece no madurar nunca, ya que el tiempo en el universo Marvel transcurre de manera mucho más lenta que en nuestra realidad. Esto no hace sino ir acentuando cada vez más una sensación de irrealidad para el lector veterano respecto al devenir del personaje, en primer lugar porque la más elemental lógica dispone que es imposible que las historias de varias décadas puedan condensarse en unos pocos años para Peter Parker, obviando otros detalles, como las referencias al momento histórico que aparecen en muchas de las aventuras. En segundo lugar, porque la necesidad de los guionistas de dar nuevos giros y ofrecer nuevas emociones en la existencia de Parker hace que en demasiadas ocasiones todo derive hacia el absurdo, llegándose al punto de hacer intervenir al demonio Mefisto para dejar atrás toda la vida matrimonial previa del personaje.
Así pues, la idea de crear una versión de Spiderman alternativa no resulta muy original (los ha habido geniales, como la de Brian Michael Bendis en el universo Ultimate), pero si lo es decantarse por una historia autoconclusiva que funcione como una biografía de un Peter Parker que va envejeciendo década a década hasta llegar a nuestra época convertido casi en un anciano. Chip Zdarsky, guionista de algunas de los mejores cómics de Spiderman de los últimos años, se encarga de darle esta nueva vuelta de tuerca al personaje y su labor ofrece un resultado memorable ya que, respetando todos sus atributos clásicos – el poder como responsabilidad y las tragedias que ello conlleva – el guión logra unas insospechadas dosis de realismo. El que Parker vaya cumpliendo años, que el laberinto habitual que constituye su biografía se haya convertido en una existencia lineal, como la nuestra, lo humaniza de una manera definitiva.
La trayectoria que elige Zdarsky se basa en las sagas más conocidas (el Duende Verde, la del clon, Secret Wars, la última cacería de Kraven o la llegada de Morlun), reinterprentándolas y dotándolas de coherencia en un trabajo donde lo más importante es la credibilidad dentro de la lógica fantasiosa propia del universo Marvel. Aquí se nos muestra a un Spiderman hastiado de ser un superhéroe, un hombre que va haciéndose mayor, que cada vez es menos ágil a la hora de enfrentarse a sus enemigos, pero al que su casi enfermizo sentido de la responsabilidad le impide abandonar su lucha, a pesar de que ésta provoque efectos cada vez más desastrosos en su vida familiar. Junto a él aparecen otros héroes habituales de Marvel, como Reed Richards, que asume un papel paternal o Tony Stark, que se convierte en su rival en el mundo de los negocios cuando Parker decide utilizar su genio científico para crear su propia empresa. Quizá el arte de Mark Bagley no era el más adecuado para ilustrar esta historia (alguien más cercano a Alex Ross hubiera dado resultados más que interesantes), pero el dibujante compensa su falta de hiperrealismo con la expresividad de la que dota a sus personajes. Con todos estos ingredientes, Spiderman, toda una vida, se alza como una de las mejores interpretaciones del personaje jamás concebidas. Un volumen imprescindible que tiene que estar en la biblioteca de cualquier buen aficionado al cómic de superhéroes.