Ante la inminente salida de “Catarsis” hemos decidido poner a prueba los dos primeros libros de esta trilogía. Seguimos con “Trauma”, el segundo volumen de la trilogía “Los rostros de Victoria Bergman”: un viaje a las profundidades de la psique humana.
La detective Jeanette Kihlberg está haciendo terribles esfuerzos para resolver los casos de asesinato de unos jóvenes inmigrantes. Sin embargo, la investigación es interrumpida cuando un exitoso hombre de negocios aparece brutalmente asesinado -a modo de ritual- en el centro de Estocolmo. Todo parece indicar que es un acto de venganza, pero ¿cuál es el sentido de esta venganza? La psicoteraeuta Sofia Zetterlund es arrastrada a enfrentarse al perfil del asesino.
Paralelamente, hay un caso muy complejo que también mantiene ocupada a Jeanette: la desaparición de la misteriosa Victoria Bergman, una mujer con un pasado muy turbio. La investigación la llevará a una exclusiva escuela en Sigtuna y también a Dinamarca, donde parece residir parte del misterio.
Esta segunda parte cambia el formato de la primera. Sus cien páginas iniciales parecen estar destinadas al lector que se incorpora a la serie en este segundo volumen. Por eso resultan un poco áridas para quien ya ha leído “Persona”. No obstante es normal debido al tiempo que puede haber transcurrido desde su lectura.
Sin embargo la parte central va cobrando poco a poco interés. Los asesinatos se van sucediendo mientras la psicóloga Sofia Zetterlund percibe que algo no va bien en su cabeza.
Las últimas cien páginas suponen un giro maestro de los autores que hace al lector replantearse completamente las setecientas páginas anteriores. Un final abierto en dos posibilidades deja intrigado al lector y con ganas de recibir “Catarsis” para aclarar todas las tramas argumentales sueltas.
No destaqué en la anterior reseña el papel de Gao Lin, el muchacho asiático encerrado en una habitación oculta. Los autores le dotan de una personalidad ajena a los pensamientos elaborados. Incluso la ausencia de verbalización del personaje no es obstáculo para comprender mediante ideas abstractas lo que piensa. Es un logro mezclar a este secundario con la racionalizacion a la que están sometidas las dos protagonistas y el contrate sin duda eleva el valor del libro como psico-thriller.