El territorio literario de Gustavo Martín Garzo tiene una geografía propia. En su centro encontramos el mundo perdido de la infancia, bajo cuyas ruinas exteriores sigue latiendo oculto e intacto. Conforme nos alejamos de él vamos pasando del terreno fértil del cuento al escarpado y menos feraz del mito, y de este al más árido y llano de una realidad en la que, sin embargo, no deja de filtrarse la corriente subterránea de la fantasía. Los textos de Martín Garzo son, a veces, caminos fronterizos o de sirga que atraviesan la comarca; pero otras son pasadizos secretos que desembocan luminosa y directamente en aquel jardín olvidado de la niñez.
Una vez sabido esto, y como pasa con Murakami, ante cada nueva obra del escritor vallisoletano lo primero que interesará al posible lector será saber cuán alejada estará de ese centro neurálgico, cuánto peso tendrá en ella lo fantástico y cuánto lo real, porque la amplitud del espectro de sabores que un paladar puede abarcar no es siempre el mismo. Y es que no es igual un cuento de hadas como ‘La princesa manca’ (1995), que la revisión del mito del Minotauro de ‘El jardín dorado’ (2008), o del de la Anunciación de María en ‘El lenguaje de las fuentes’, Premio Nacional de Narrativa de 1994. Como distinto a ellos son textos más profanos y terrenales como ‘Las historias de Marta y Fernando’, Premio Nadal de 1999.
‘Donde no estás’ se sitúa en una región limítrofe tanto con la diversa del realismo mágico, como con la concreta Comala de Rulfo, porque a la aparición fantasmal con que se abre la narración, o al sonambulismo generalizado de bestias y niños, hay que añadir la presencia ubicua de los muertos entre los vivos, no siempre atentos estos a su discurso y sus signos. Es la misma región poética en la que se desarrollaban las historias de ‘La soñadora’ (2001) o ‘Los amantes imprudentes’ (2004), con los que la última novela de Martín Garzo comparte un personaje principal que regresa al pasado tras la muerte de un ser querido, y que intenta reconstruir aquel a partir de las confidencias de los vivos y las revelaciones de los muertos.
En ‘Donde no estás’, la protagonista adolescente ha perdido a su madre, y a través de las historias entrecruzadas y complementarias de su abuela senil, de su propia madre y de otros personajes femeninos, va enfrentándose a dolorosos secretos familiares que, como fragmentos de vida, duros y de aristas cortantes, quedan al descubierto a poco que se escarbe en la superficie. Así, irá comprendiendo la fulminante separación de sus padres, el destino de la amiga de la madre que tachaban de loca o el del niño de la recluida tía portuguesa. Secretos y recuerdos que, como el laberinto de pasillos y habitaciones ocultas de la casa familiar, suponen una realidad paralela y silenciada.
El autor va dosificando la información que recoge en tiempo presente la narradora, y la sazona con apuntes tenebrosos sobre suicidios, vampiros o monstruos de barraca, complementándola con el relato de las crueles tropelías de los falangistas en Villalba de los Alcores y la Tierra de Campos, lugares donde se desarrolla la acción. Habituales en la obra de Martín Garzo, también se detectan aquí dos fuerzas latentes: la germinal de una naturaleza generosa y la cohesiva de la comunidad de las mujeres, solidarias entre sí por encima de las diferencias de clase. Y dos grandes peligros: el amor y la memoria.
Un texto, en definitiva, que si bien no brilla por su originalidad argumental, ni hace de la contención virtud al insistir en revisitar ciertos episodios, sigue confirmando la personal sensibilidad de un autor necesario.