Con La regla de oro (Alianza, 2015) la escritora Juana Salabert se adentra por primera vez en el género de la novela negra para ofrecernos una original trama policíaca, con un asesino en serie de “comprooros” y unos complejos y oscuros personajes, que resulta también un retrato de la situación actual de crisis tanto en España como en Europa.
La autora se ha atrevido con el género policíaco, del que es ferviente aficionada, consciente de que en la novela policíaca “se puede desentrañar perfectamente el lado oscuro de la sociedad, su reverso invisible y palpitante”. Salabert ha afirmado que no ha querido hacer una novela de denuncia, aunque sí “una crónica literaria del momento presente”. Pero la realidad es el que el “momento presente” es denunciable, con un aprovechamiento de la crisis para que unos pocos se beneficien y “aumenten su patrimonio a costa desastre ajeno”.
La novela se le ocurrió de forma casual en un cruce callejero cuando un hombre se le acercó, con un llamativo cartelón publicitario a la espalda y le ofreció la típica hojita amarilla de propaganda que rezaba “Compramos su oro al máximo precio”. Y de esto va su novela, de la codicia y la avaricia, de una “fiebre del oro” que es la de “unos pocos aprovechados y sin escrúpulos, enriqueciéndose mientras la gran mayoría lo pasa mal”.
Nada en la novela parece ser casual. La fecha elegida para comenzar es la Navidad de 2012, con todos los funcionarios enrabietados al habérseles quitado la paga extraña y el país sumido en la indignación general por la crisis, los recortes y los abusos de poder. El caso policíaco es el asesinato de un joyero, que se une a la muerte de otros “comprooro”, que según la autora son símbolo “de la crisis actual, del derrumbe de, por ejemplo, las clases medias y de la destrucción programada del llamado estado de bienestar europeo”. Y el encargado de la investigación es el inspector Alarde, con un pasado trágico, complicado y dolorosoa, enfrentado a sus traumas y a sus propios fantasmas.
La regla de oro es una historia de personajes, que la autora destripa para mostrar los efectos de la crisis en toda su dimensión, adentrándose en los rincones más oscuros de la sociedad y de la naturaleza humana. Y es que Salabert tiene claro que los personajes de una novela tienen que resultar “creíbles, verosímiles en medio de una trama. Tienen que “estar” vivos sobre la página, en tu mente y en la de los lectores”.
Y esto es lo que sucede con los que aparecen en una novela que la autora espera que disfruten tantos los enamorados del género policíaco como el resto, y que a buen seguro que así será porque trasciende el género negro y se convierte en plato apetitoso para ser devorado por cualquier lector que quiera saborear una historia de las que dejan un regusto amargo, pero no por la decepción de la lectura, sino por la crudeza de una realidad, “una ciclogénesis explosiva social” y “una basura de mundo”, que la autora refleja con gran realismo.