Alguien ha dicho que a un autor se le conoce (se le identifica, que es una palabra más definitoria a la hora de considerar una autoría) más por sus textos breves que por su obra valorada como larga o extensa.
Breve, más, habrá que decir, falsamente breve, por cuanto en lo breve ha de estar todo: todo el discurso, todas las palabras y, además, bien elegidas. En un texto breve no caben las digresiones o alusiones al paso o maquinaciones que sí tendrían cabida, de un modo más natural, en un texto largo. Solo hay que reparar en la obra de Edmond Jabés para obtener satisfacción respecto de esto que estamos considerando.
De ahí que el autor, cuando es el caso de la brevedad, ha de precisar sutileza, ingenio, inteligencia, capacidad de observación como elementos primarios, constitutivos de su obra. Y un primer ejemplo nos viene al paso en el caso del autor que nos ocupa: “Cielo gris, pero la luz se infiltra. Algunas gotas de agua cayeron hace un rato. Allá abajo la bahía comenzaba a esfumarse. Luces que se animan. La felicidad y los que son felices. No tienen sino lo que se merecen”
Obsérvese la delicadeza descriptiva, la imaginación, la sutil sugerencia… Cualquier lector, creo, se sentirá aludido y situado en un lugar preciso. Pero aún hay tiempo para reparar en lo más humano sin prescindir del marco descrito; esto es, se incluye una forma de sentir, además del decir; es cuando alude a la felicidad.
Eso es literatura: descripción material y moral, procura de interlocutor, construcción al amparo de una inteligencia que repara y observa. Y más ejemplos aún, a mi entender, avalarían la bondad de la escritura a que aludimos: “La voluntad es también una soledad”, o bien, “Liszt sobre Chopin: No se servía del arte sino para presentarse a sí mismo su propia tragedia” A quien leyere que entienda.
Camus anota, por fin: “Todo puede ordenarse: es simple y evidente. Pero interviene el sufrimiento humano y cambia todos los planes” Se trata, en fin, de la certeza de las palabras, de un corazón sensible y una forma de pensar-observar que trasciende la realidad obvia, y en ello nos ayuda a trascender, a hacer mejor compañía a nuestra propia soledad.
Novelista, ensayista y dramaturgo francés, considerado uno de los escritores más importantes posteriores a 1945. Su obra, caracterizada por un estilo vigoroso y conciso, refleja la philosophie de l’absurde, la sensación de alienación y desencanto junto a la afirmación de las cualidades positivas de la dignidad y la fraternidad humana. Camus nació en Mondovi (actualmente Drean, Argelia), el 7 de noviembre de 1913, y estudió en la universidad de Argel. Sus estudios se interrumpieron pronto debido a una tuberculosis. Formó una compañía de teatro de aficionados que representaba obras a las clases trabajadoras; también trabajó como periodista y viajó mucho por Europa. En 1939, publicó Bodas, un conjunto de artículos que incluían reflexiones inspiradas por sus lecturas y viajes. En 1940, se trasladó a París y formó parte de la redacción del periódico Paris-Soir. Durante la II Guerra Mundial fue miembro activo de la Resistencia francesa y de 1945 a 1947, director de Combat, una publicación clandestina. Argelia sirve de fondo a la primera novela que publicó Camus, El extranjero (1942), y a la mayoría de sus narraciones siguientes. Esta obra y el ensayo en el que se basa, El mito de Sísifo (1942), revelan la influencia del existencialismo en su pensamiento. De las obras de teatro que desarrollan temas existencialistas, Calígula (1945) es una de las más conocidas. Aunque en su novela La Peste (1947) Camus todavía se interesa por el absurdo fundamental de la existencia, reconoce el valor de los seres humanos ante los desastres. Sus obras posteriores incluyen la novela La caída (1956), inspirada en un ensayo precedente; El hombre rebelde (1951); la obra de teatro Estado de sitio (1948); y un conjunto de relatos, El exilio y el reino (1957). Colecciones de sus trabajos periodísticos aparecieron con el título de Actuelles (3 vols., 1950, 1953 y 1958) y El verano (1954). Una muerte feliz (1971), aunque publicada póstumamente, de hecho es su primera novela. En 1994, se publicó la novela incompleta en la que trabajaba cuando murió, El primer hombre. Sus Cuadernos, que cubren los años 1935 a 1951, también se publicaron póstumamente en dos volúmenes (1962 y 1964). Camus, que obtuvo en 1957 el Premio Nobel de Literatura, murió en un accidente de coche en Villeblerin (Francia) el 4 de enero de 1960.
Ficha técnica
472 páginas 13,80€
A partir de 1935, Albert Camus (1913-1960) llevó un irregular diario de trabajo en el que tenían cabida apuntes de muy diversa índole: proyectos de novelas y piezas teatrales, reflexiones filosóficas y morales, notas de viajes y de lectura, descripciones de paisajes, citas literarias, conversaciones escuchadas en la calle, esbozos de diálogos dramáticos, esquemas argumentales, etc. El contenido de estos “Carnets” muestra la génesis de buena parte de la obra del Premio Nobel de Literatura de 1957 -a través de fragmentos y desarrollos parciales- y su estilo de trabajo, ilustra el clima intelectual, moral y político de la época y permite vislumbrar las claves más personales de su labor creadora.
1 comentario en «Carnets (1935-1951) de Albert Camus»
genail,complejo,magico lo que escribe Camus.Al leer sus ensayos, uno quisiera subrayar algunas de sus frases o pensamientos,pero finalmente uno deberia subrayar todo. es que todo es resaltable .hay belleza y determinacion.Soledad pero acompañado de un texto de camus, el mundo es digerible, a pesar de lo absurdo
genail,complejo,magico lo que escribe Camus.Al leer sus ensayos, uno quisiera subrayar algunas de sus frases o pensamientos,pero finalmente uno deberia subrayar todo. es que todo es resaltable .hay belleza y determinacion.Soledad pero acompañado de un texto de camus, el mundo es digerible, a pesar de lo absurdo