Al igual que el género de la ciencia ficción, en su mayor parte, trata la propia realidad de la sociedad actual a través de filtros ucrónicos, futuros posibles o mundos lejanos. La novela histórica nos hace plantearnos nuestro propio presente mediante épocas pasadas, demostrando que el hombre ha aprendido muy poco, y que a pesar de tropezar infinidad de veces con la misma piedra, sigue condenado a repetir hechos pretéritos.
De hechos pasados y de cómo contarlos muy bien, sabe mucho Luis García Jambrina.
Doctor en Filología Hispánica, experto en guión, profesor titular de Literatura Española en la Universidad de Salamanca, dramaturgo… no es más que el principio de un curriculum fascinante, ligado al mundo de las letras, de este escritor incansable con más de veinte libros publicados, trece de ellos novelas.
La primera de ellas, El manuscrito de piedra, cosechó numerosos premios, ha sido traducida a varios idiomas, entre ellos al vietnamita, con más de treinta ediciones y considerada entre las 21 mejores novelas históricas del siglo XXI.
Con ella comenzó la saga conocida como Los manuscritos del pesquisidor Fernando de Rojas. Sí, el tan famoso como enigmático autor del clásico de la literatura española La Celestina.
Gracias a los claroscuros de la biografía del célebre escritor y jurista, Luis García construye una imagen atractiva del personaje para protagonizar las distintas y enrevesadas tramas rodeadas de misterio y crímenes donde este será el encargado de resolverlas.
En El manuscrito de sangre, séptima entrega de la serie —pero no de orden cronológico—, Fernando Rojas reside en Roma, la Ciudad Eterna, centro de la cristiandad. Es 18 de agosto de 1503, el papa Borjia muere después de días agonizando. Es un momento clave, y la muerte resulta inoportuna para los intereses de los monarcas españoles, los Reyes Católicos. Este será el motivo, por el cual, el embajador Francisco de Rojas, encargará a su sobrino Fernando que trate de esclarecer si Alejandro VI ha sido asesinado, y quien o quienes han sido los responsables, puesto que los intereses de Castilla dependerán de la elección del nuevo papa.
A lo largo de la investigación, de Rojas se cruzará con personajes reales en esta trama, que también lo podría haber sido, como su amigo —y autor que pasaría a la historia por su famosa novela La Lozana andaluza—, Francisco Delicado, o la propia Lozana; Lucrecia Borja y su hermano César, Maquiavelo, y otros que dan credibilidad al relato.
El autor retrata minuciosamente una ciudad tan relevante como decadente, que encierra un poder a la misma altura de la corrupción y la podredumbre social que la secunda. Una ciudad a las puertas de un Renacimiento que será borrón y cuenta nueva, pero que interiormente seguirá escondiendo lo peor del ser humano.
La novela se antoja corta gracias a la agilidad de su autor a la hora de desarrollar los hechos, dejándonos al final de cada capítulo con ganas de más. Sus carismáticos personajes también ayudan a hacer la lectura dinámica, despertando nuestra curiosidad más allá de la novela, incitándonos a saber más de los habitantes de sus páginas que trascienden la ficción.
Lo bueno es que tampoco es necesario haber leído las anteriores entregas, puesto que cada una de ellas se puede tomar como una obra única, quedando todas las tramas cerradas, donde el único nexo común es la trayectoria de su protagonista.
Para quien aún no conozca la obra de Luis García Jambrina está tardando. La combinación de realidad y ficción es de las mejores que se pueden leer dentro del género histórico, y sus tramas resultan adictivas. Para quien comience por esta novela la serie protagonizada por el pesquisidor Fernando de Rojas, sepa seguro que se embarcará, irremediablemente, en la lectura del resto de libros que la componen.