Las estanterías de las librerías están atestadas de novelas perteneciente al género negro. En ellas podemos encontrar una amplia gama de detectives, policías e investigadores, ya sean profesionales o empujados a ejercer debido a las circunstancias de cada historia. Lo que no creo que abunde en esa galería de personajes dispuestos a desentrañar misteriosos crímenes, sean arqueólogos.
Que la protagonista de la saga escrita por Elly Griffiths se dedique a la arqueología forense, sea tal vez la que dé el toque de originalidad a su serie, de la que El secreto del rey cuervo es su quinta entrega.
Elly Griffiths, londinense de nacimiento, se licenció en Lengua Inglesa en el King´s College de Londres, dedicándose posteriormente al mundo de la editorial. Estando de baja materna fue cuando se lanzó a la escritura, publicando cuatro libros antes de comenzar la serie protagonizada por Ruth Galloway, la arqueóloga forense.
Esta protagonista no solo tiene de particular su profesión, huyendo también del físico ideal y obsesivo actual, es una mujer a las puertas de la cuarentena con algún kilo de más, características que la hacen más humana. Mujer inteligente pero con las mismas inseguridades que puede tener cualquiera, que le dan profundidad tanto a ella como a aquellos que la secundan, igual de bien tratados por la autora, creando un grupo tan heterogéneo como veraz.
Con una profesión, que en un principio parece monótona, e incluso aburrida, resulta todo lo contrario, puesto que cuando escarba en algún yacimiento, no solo desenterrará objetos o huesos, también los misterios que los envuelven.
Como señalo más arriba, El secreto del rey cuervo es la quinta entrega, por lo que la historia personal de la protagonista y el resto de personajes que la acompañan ha avanzado desde la primera novela. El lector que se incorpore en esta, tal vez, al principio, se sienta un poco desubicado o perdido en la historia personal que enlaza todas las novelas, pero no tardará en ubicarse gracias a las interacciones entre estos personajes, al estar bien tratadas mediante los diálogos entre ellos, así como lo aportado por la voz narrativa, voz en presente que da inmediatez. No siendo imprescindible haber leído las anteriores, pero sí recomendable. Pero el propio lector acudirá a las publicadas anteriormente nada más acabar esta, porque seguro que acabará enamorándose de su protagonista.
Ruth decide viajar a la costa norte de Inglaterra con motivo de una carta que ha recibido de Dan Golding, un antiguo compañero de universidad, fallecido en un incendio dos días antes. En esa carta, Dan le explicaba, con entusiasmo, que había realizado un descubrimiento asombroso relacionado con el rey Arturo.
Ruth aprovechará el viaje para pasar unos días de vacaciones en compañía de su hija Kate y su amigo Cathbad, a la vez que ayudará al decano de la Universidad en la que trabajaba el fallecido. La situación se irá tornando cada vez más peligrosa, una misteriosa organización parece empeñada en que algunos secretos relacionados con el yacimiento no salgan a al luz.
La trama resulta muy entretenida, pero lo que realmente te mantiene pegado a sus páginas son los personajes que habitan en ellas. No solo los carismáticos protagonistas de la saga, también los relacionados con el caso. El verdadero talento de Griffiths reside en la habilidad que posee a la hora de crear personajes. Todos nos fascinan, dotados con personalidades tan diferentes como complejas. La historia también está bastante bien tejida, sorprendiéndonos los distintos giros, así como la evolución de la subtrama de Ruth y sus amigos y las dificultades por las que pasa siendo madre soltera, mostrándonos la evolución de la arqueóloga.
Novela que no decepcionará a quienes hayan seguido la serie desde la primera entrega, y que logrará enganchar a quienes no la conozcan.