Vuelve Maisie Dobbs, la detective más carismática y entrañable del periodo entreguerras.
Maeva nos trae la quinta entrega de la detective creada por la británica Jacqueline Winspar, a la cual inspiró la historia de su abuelo que participó y fue herido en la Primera Guerra Mundial.
Siempre es una alegría recibir una nueva aventura protagonizada por la señorita Dobbs, detective y psicóloga, y es que la fórmula empleada por su creadora no se agota, al contrario, se renueva gracias a complejidad de las tramas que entreteje, y por las historias personales tanto de su protagonista como las de todos aquellos que la secundan.
Otro detalle destacable en esta saga es la recreación histórica de la época en la que se desarrolla. Hay periodos históricos de sobras conocidos por los lectores, pero el que abarca desde el final de la Primera Guerra Mundial, hasta el comienzo de la Segunda, quizás está menos explotado.
La autora, como nos tiene acostumbrados, realiza una gran labor de investigación, empezando por detalles cotidianos como pueden ser la moda, las viviendas, los medios de transportes, las costumbres de la sociedad desde la burguesía a la clase social más baja, hasta abarcar grandes rasgos como la política internacional o la economía. Continúa tratando de forma precisa y acertada las cicatrices causadas por la Gran Guerra, tanto físicas como psicológicas, no solo de los participantes activos de la contienda, sino también las sufridas tanto por la sociedad como las consecuencias que afectaron a la política, la economía y a un futuro incierto para todo el mundo. Consecuencias que provocaron un mayor conflicto cuando apenas existía recuperación del anterior.
Esta vez nuestra empoderada detective se nos va al campo cuando su amigo James Compton le encarga, lo que en apariencia es, un sencillo trabajo. Deberá investigar unos asuntos relacionados con la compra de unos terrenos en un apacible pueblo llamado Heronsdene, en el condado de Kent, donde una serie de incidentes transcurren año tras año coincidiendo con la recolecta del lúpulo. Como su ayudante Billy asiste cada temporada a la recogida del mismo, tendrá la excusa perfecta para investigar más a fondo.
Lo que en un principio parecía un encargo rutinario, se irá complicando cada vez más, encerrando secretos que los propios habitantes del pueblo tratan de ocultar.
Como siempre, la autora toca temas importantes de forma sutil, como son el racismo, la xenofobia y el miedo al que es diferente. Con precisión, va desgranando temas universales. A pesar de que la trama transcurre en 1931, podríamos decir que el ser humano no ha aprendido nada casi un siglo después.
A través de los ojos de la protagonista, una joven adelantada a su tiempo que también tiene que lidiar contra la mentalidad de la época, repasamos la sociedad de los años treinta, marcada no solo por los estragos de la Gran Guerra, sino también por el crack del 29, que supuso la peor crisis económica a nivel mundial hasta ese momento. También fueron significativos grandes cambios sociales debido al hecho trágico de haber perecido casi toda una generación de hombres durante la guerra, pero que permitió que las mujeres cambiaran su rol, haciendo posible que pudieran ocupar puestos que hasta entonces solo eran potestad del hombre.
Como podemos comprobar, Winspear no solo nos aporta una historia entretenida y apasionada repleta de personajes carismáticos y giros inesperados con final sorprendente, también disecciona el mundo que nos rodea mostrándonos que realmente no hemos avanzado tanto como creemos.
Una novela que se denomina ahora como cozy crime, porque nos gusta etiquetar, pero que para mí es más una digna heredera de los orígenes de la novela negra. De obras de grandes autores del género como Arthur Conan Doyle o Agatha Christie.
Entrar en el mundo de Maisie Dobbs es como sentarse junto al fuego en una tarde lluviosa, un mundo del que no querremos salir.