Palabras amables y una pistola cargada:
Autobiografía de un delincuente profesional
Noel «Razor» Smith
La autobiografía de uno de los atracadores de bancos más activos de Londres
«Con unas cuantas palabras amables y una pistola cargada llegarás más lejos que solo con unas cuantas palabras amables.» Alphonse Scarface Capone
«Este no es otro aburrido true crime escrito por alguien que se ha pasado la vida en una oficina. “Razor” Smith es auténtico: alguien que ha estado allí y ha vivido para contarlo. Palabras amables y una pistola cargada es un libro impresionante, lleno de brutalidad, horror y verdad. Posiblemente estamos ante las mejores memorias jamás escritas por un delincuente.» James Frey
Palabras amables y una pistola cargada (2004) es la autobiografía del exdelincuente británico Noel «Razor» Smith (1960), quien ha pasado buena parte de su vida adulta en prisión. Un relato extraordinariamente vívido de cómo un jovencísimo gamberro del sur de Londres se convirtió, tras ser torturado y acusado injustamente por la policía, en uno de los atracadores de bancos más activos de Londres. El libro es tanto una acusación mordaz de un sistema que brutalizaba con determinación a los jóvenes delincuentes como un reconocimiento franco y sin sentimentalismos de las emociones de la vida criminal.
Noel «Razor» Smith (Londres, 1960) abandonó la escuela a los catorce años y a los dieciséis fue condenado por primera vez por atraco a mano armada. Aprendió a leer y escribir en la cárcel, donde se convirtió en un lector voraz y fundó la revista Sorted, ganadora de tres premios Koestler. Durante tres décadas estuvo entrando y saliendo de prisión por atracar bancos, fugarse de la cárcel y por posesión de armas de fuego. Excarcelado definitivamente en 2010, Smith es autor de dos libros de memorias, cuatro de no ficción y también ha publicado artículos en The Independent, The Guardian, Punchy New Statesman. |
Esta es la historia de mi vida. Al final, no fue la cárcel lo que sembró las semillas de la reinserción en mi cabeza: fue la muerte de mi hijo y el descubrimiento de que tenía talento para algo más que delinquir. Ya no siento la necesidad de reafirmarme rajándole la cara a alguien con una navaja o entrando en un banco con una escopeta recortada. He encontrado una forma más aceptable de expresarme: la escritura. Por desgracia para todos, la he encontrado un poco tarde. |