Suelo huir del género denominado “autoayuda” o de todo aquel que se aproxime a él. Puede que deba reconocer que tengo prejuicios ante este tipo de lecturas. No pongo en duda que ayuden realmente a algunas personas que los lean, y si es así, bienvenidos sean, pero personalmente no creo que la solución a cierta clase de problemas se encuentren entre las páginas de, en la mayoría de los casos, mala literatura.
Por mi desconocimiento, el primer libro de Ángel Martín lo incluía en el mismo saco que este tipo de obras. Y pensaba que su gran tirón no era más que el resultado de ser uno de esos famosos que se hacen escritor por incluir unos ceros a sus cuentas.
Fue gracias a varios conocidos, de cuyo criterio me fío bastante, que leyeron y me hablaron de Por si las voces vuelven. Para mi sorpresa parecía que Ángel no formaba parte de ese club de listillos famosetes que se suben al carro de meter las narices en el mundo de las letras y ganarse unas perrillas apenas sin esfuerzo. Al parecer, Ángel, ese chico que me hacía reír con esos reels de rápido consumo que vertebran a las RR.SS., era realmente un tipo que tuvo problemas graves relacionados con su salud mental —eso que afortunadamente va siendo cada vez menos tabú— y también alguien muy valiente que ha decidido compartirlo con todos nosotros por si alguien que está pasando por lo mismo, sepa al menos que no está solo.
La salud mental, como señalo más arriba, parece ser que pasito a pasito va abandonado ese oscuro rincón al que relegamos ciertos temas de los que nadie quiere hablar. Considero que al fin nos estamos concienciando que una buena salud mental es tan fundamental, o más, que la física. Que visitar al psicólogo o al psiquiatra tiene que ser tan normal como ir al traumatólogo o al dentista. Incluso me atrevería a añadir que todos deberíamos ir, porque a muchos nos afligen pensamientos y situaciones que creemos normales, y que igual acudiendo a un profesional, seguro que nos ayuda a descubrir que no lo son tanto.
Como decía, al final no me he leído Por si las voces vuelven, pero ya no debido a mis prejuicios, sino a que a mis manos llegó antes este su segundo libro: Detrás del ruido. Después de haberlo leído, tengo más seguro que me leeré el primero. Lo que sí he hecho es averiguar, a grandes rasgos, que contaba en el anterior, para no sentirme perdido en la lectura del segundo, cosa que no ha ocurrido porque Ángel Martín vuelve a callarme la boca demostrándome que solo pretende ayudar y no llenar sus arcas, y se dirige aquí a lectores como yo que han acudido a la lectura de este libro sin pasar previamente por el otro, poniéndonos en antecedentes.
En esta segunda entrega, Ángel nos viene a decir que lo difícil no es salir del pozo, lo complicado es mantenerse fuera. Pero se limita a contar su experiencia, no va de gurú dándonos unas instrucciones como si intentáramos dejar de fumar, no. Aquí su autor desnuda su alma y nos la muestra con sus cicatrices, demostrándonos que lo suyo es de trabajo diario y que sigue en la lucha, pero que afortunadamente esta guerra la está ganando batalla a batalla.
Él solo muestra su generosidad y valentía abriendo su corazón y compartiendo su experiencia. No trata de vendernos ninguna moto, solo busca poder ayudar a otros a través de su experiencia alegando que él ha pasado por esto, y te lo cuenta, y tú, si quieres, puedes coger su historia y hacerla tuya. Porque lo que está más que demostrado es que al abismo podemos descender cualquiera, ninguno de nosotros está exento. En cualquier momento podemos caer de la cuerda floja, independientemente de nuestra situación social, económica, sentimental, laboral, familiar…
Lo que es más importante de este librito en apariencia pequeñito pero grande por su contenido, es que no está dirigido solo a aquellos y aquellas que hayan pasado o estén pasando por una situación similar a la del autor. Este libro va también dirigido a todos aquellos que rodean y acompañan a las personas que lo están pasando mal, porque si Ángel Martín lanza un mensaje claro es la importancia de la empatía. Muchas personas que sufren depresión, ansiedad o cualquier otro tipo de afección mental, lo pasan peor al tratar de ocultarlo a los demás, o en el peor de los casos, son estos los que por desconocimiento o por cansancio, no saben tratarlos, creando más ansiedad y malestar a estas personas. A nadie nunca le ha ayudado oír un «no te agobies» o «no es para tanto», por que sí lo es. Por eso es tan importante que si tienes a alguien cercano que sufre, leas Detrás del ruido, porque igual te das cuenta de que muchas cosas que creías acertadas resultan totalmente contrarias y perjudiciales para quien sufre.
Lo mejor es que el autor sabe perfectamente que no está escribiendo un manual de psiquiatría ni lo pretende, es por ello que con lenguaje directo y sencillo empatiza con el lector, resultando muy amena la lectura. Más que un libro da la impresión de que estemos ante un amigo que nos está sus experiencias y de cómo día a día trata de superarlo, mientras tomamos una cerveza en una terracita después del trabajo, pero del que estamos aprendiendo mucho.
Creado una especie de diálogo con quien lee, Ángel matiza las ideas y mediante incisos pretende que nos quede claro lo que quiere transmitirnos y que comprendamos, tanto para el que sufre como para quien lo acompaña, la visión del afectado.
Libros así de honestos son los que faltan en las estanterías donde reinan esos que nos incitan a perder kilos y mantenernos guapos, porque la salud realmente comienza por estar bien con nosotros mismos, y Ángel Martín no nos da la solución, pero comparte lo que empieza a ser la suya con nosotros, y esa sinceridad y honestidad son muy necesarias hoy día, tanto como normalizar el pedir ayuda para curar y cuidar nuestra salud mental.