10 libros para disfrutar del arte de caminar o pasear

1. Andar, una filosofía de Frédéric Gros

Andar no exige ni aprendizaje, ni técnica, ni material ni dinero. Sólo requiere de un cuerpo, de espacio y de tiempo. Cada día son más los aficionados a caminar, y todos ellos obtienen los beneficios de esa propensión: sosiego, comunión con la naturaleza, plenitud…

Andar. Una filosofía es un recorrido (a pie), filosófico y literario, en compañía de ilustres autores como Rimbaud, Thoreau o Kant cuyo hilo conductor es el simple hecho de caminar. Andar como experiencia de libertad, como acto solitario y propicio para la ensoñación, como motor de creatividad…

Este libro es una celebración del paseo y una reivindicación de virtudes elementales que parecemos haber olvidado en esta época de prisas y de monotonía. Desde un enfoque cultural, Frédéric Gros se adhiere a la corriente de lo slow y nos invita a valorar las ventajas de la lentitud. «Para ir más despacio no se ha encontrado nada mejor que andar. Para andar hacen falta ante todo dos piernas. Todo lo demás es superfluo. ¿Quieren ir más rápido? Entonces no caminen, hagan otra cosa: rueden, deslícense, vuelen»

2. Del caminar sobre hielo  de Werner Herzog

«Cogí una chaqueta, una brújula y una bolsa de lona con lo imprescindible. Mis botas eran tan sólidas y nuevas que confiaba en ellas. Tomé el camino más directo a París, firmemente convencido de que si iba a verla a pie, ella seguiría con vida.» En el invierno de 1974 el cineasta Werner Herzog emprende un viaje en solitario de Munich a París donde lo espera Lotte Eisner, historiadora y crítica de cine. Un acto de amor que, según Herzog, serviría para mantener con vida a su gran amiga enferma. Durante esta monumental odisea el cineasta documenta todo lo que ve: bosques, tormentas, nieve, aldeas desiertas y pueblos deshabitados. El relato se compone de reflexiones sobre la soledad fría y absoluta, sobre el mito del viaje como peregrinación heroica y ofrece una continuidad con su obra cinematográfica haciéndonos testigos del origen de su proceso creativo. Werner Herzog (pseudónimo de Werner Stipetic), nació en Munich en 1942. Autodidacta, vivió en los Estados Unidos, en Grecia y en África. Es sin duda uno de los mejores cineastas contemporáneos, Aguirre, la cólera de Dios o Fitzcarraldo llevan su firma.

3. Dos hombres que caminan de Marc Caellas

Dos hombres que caminan es un artefacto literario escrito a cuatro manos por Marc Caellas y Esteban Feune de Colombi que recoge veinte singulares rutas a pie. Juntos caminan trenes, rechazos, amaneceres, palacios abandonados, olores, silencios… No es un libro de autoayuda; tampoco una reflexión sobre el caminar. Pero sí un salvavidas para transitar abismos o una lente para observar, walserianamente, el mundo y sus detalles a través de algo tan sencillo como caminar. Literatura, amistad y sentido del humor a cuatro kilómetros por hora.

4. Elogio del caminar de David Le Breton

Caminar es una evasión de la modernidad, una forma de burlarse de ella, de dejarla plantada, un atajo en el ritmo desenfrenado de nuestra vida y un modo de distanciarse, de aguzar los sentidos.  David Le Breton mezcla en Elogio del caminar a Pierre Sansot y a Patrick Leigh Fermor, pero también hace que Bashô y Stevenson dialoguen sin preocuparse por el rigor histórico, pues el propósito de este exquisito libro no radica ahí, se trata solamente de caminar juntos, de intercambiar impresiones, como si estuviéramos en torno a una mesa en un albergue al borde del camino, por la tarde, cuando el cansancio y el vino nos hacen habl

5. En cualquier otra parte de Rosa Cuadrado Salinas

¿Sabías que la librería más grande de Ankara acoge un árbol en su interior? ¿O que el Ulises de Joyce fue publicado por primera vez en París gracias a la librera Sylvia Beach? ¿Y que en el barrio portugués de Chiado se encuentra la librería más antigua del mundo?

«Cuenta Paul Theraux en su Tao del viajero que, siendo todavía un niño, tuvo el anhelo de irse lejos de casa, de encontrarse a sí mismo en algún lugar distante. Habla de la importancia de esa idea que le marcó ya desde la infancia: cualquier otra parte era el lugar donde quería estar. Era su fantasía de libertad. Si alguna vez has sentido ese impulso, siquiera fugazmente, ya tenemos algo en común»

6. Un paseo invernal de Henry David Thoreau

«En la profundidad del bosque, completamente solos, mientras el viento sacude la nieve de los árboles y dejamos atrás los últimos rastros humanos, nuestras reflexiones adquieren una riqueza y variedad muy superiores a las que ostentan cuando estamos inmersos en la vida de las ciudades. El zorzal y el trepador son una compañía más estimulante que la de los políticos y los filósofos, a los que volveremos a ver como quien se reencuentra con unos viejos y vulgares compañeros. En este valle solitario, en el que un riachuelo desagua las laderas cubiertas de hielo estriado y cristales de infinitos matices, entre los que sobresalen los juncos y la avena salvaje, y se elevan los abetos y las tsugas, nuestra vida es más serena y verdaderamente digna de contemplación».

7. Blu Palinuro de Isabel Parreño

Blu Palinuro propone una lectura sosegada, una pausa, una atención a los detalles que pasamos por alto en medio del ruido. Una posibilidad de aventura, de abandonarse en la azarosa e imperfecta ruta de la literatura y el tiempo. En esta delicada exploración de una Italia mágica, misteriosa y resistente, viajamos desde la bulliciosa Venecia hasta la desconocida isla de Pantelaria. En el camino nos acompañan escritores clásicos como Dante o Petrarca y otros contemporáneos como Hugo Pratt, Elena Ferrante, Pasolini o Elsa Morante.

8. Wanderlust de Rebecca Solnit

Un fascinante retrato de la infinita gama de posibilidades que se presentan a pie. Analizando temas que van desde la evolución anatómica hasta el diseño de las ciudades, pasando por las cintas de correr, los clubes de senderismo y las costumbres sexuales, Solnit sostiene que las diferentes variantes del desplazamiento pedestre —incluido caminar por placer— suponen una acción política, estética y de gran significado social. Para ello se centra en los caminantes más significativos de la historia y de la narrativa, cuyos actos extremos y cotidianos han dado forma a nuestra cultura.

9. El paseo de Robert Walser

La vida del escritor suizo Robert Walser es una de las más apasionantes tragedias de la literatura centroeuropea del siglo XX. Autodidacta, errante, finísimo estilista de la lengua alemana y provisto de una mirada capaz de diseccionar la realidad con la más suave ironía, Walser empleó los pocos años durante los que pudo escribir (entre 1904 y 1925, antes de sucumbir a una enfermedad mental de origen hereditario) en tallar exquisitas miniaturas acerca de una vida cotidiana poblada de personajes e impresiones procedentes de la noche más oscura. El paseo es una de ellas. Un poeta sale a pasear y ante su mirada se alternan la belleza de la vida y el absurdo de las convenciones de la sociedad, el sonido de una voz que canta y el espectáculo del gran teatro del mundo. Entre el sabor más crítico y la más pura de las reflexiones, este texto es una espléndida muestra del arte de un autor elogiado por muchos de sus más ilustres contemporáneos: Robert Musil, Herman Hesse, Thomas Mann, Walter Benjamin o Franz Kafka.