Si un libro no llega para emocionarme, para hacerme reflexionar, para sacudir un poco los cimientos donde asiento mis creencias… a mí, como lectora, no me sirve. Puede que suene un poco tajante, pero hace tiempo que para mí la auténtica literatura de evasión es aquella que consigue quedarse dentro de mí.
Obviamente, esto conlleva unos riesgos, pero siempre me gustaron los retos y Tomás Duraj me ha presentado uno muy interesante con su novela Escalera Celestial. Soy amante de la sencillez, debo admitirlo, pero sé también que la sencillez y la complejidad vienen, la mayoría de las veces, de la mano. Conseguir llegar a lo complejo desde lo sencillo, y viceversa, es algo que no muchos escritores saben hacer. En este sentido, para mí, Tomás Duraj merece un sobresaliente.
Tras veinticuatro meses de tortura, James Leonard Morgan es liberado de su cautiverio. Le han robado todos sus recuerdos, una vida pasada que ahora no tiene sentido para él. Incapaz de ubicar caras, personas o acontecimientos, tan solo pequeños fragmentos desordenados de lo que debió de ser su vida, Morgan no duda un instante en dejarse liberar por ese inesperado hombre que llega, como un ciclón, para sacarlo de allí.
¿Los culpables de que no recuerde nada? Los responsables de Industrias Kreister, quienes, en su búsqueda de La Piedra Ancestral, el localizador de la clave de toda existencia, han encerrado a Morgan, sabedores de que en él hallarán la respuesta.
Quizás he olvidado mencionar un pequeño detalle: estamos en el año dos mil ciento cuarenta y seis.
En su huida de aquella tortura, la nave en la que viaja James sufre un aparatoso accidente en el que su liberador fallece. Rescatado en Alaska por Nathaniel Byron, guardabosques retirado y su mujer Amanda, James aún tiene fresca la premisa de su salvador: debe ir hasta Anchorage.
Miembro de la Hermandad de Antiquus Atomus, guardianes del prístino artefacto demiurgo, James habrá de enfrentarse a la impredecibilidad de las consecuencias de sus actos y la inevitabilidad de su destino en esta epopeya intergaláctica que no ha hecho más que comenzar.
Acompañamos, pues, a James en una auténtica odisea homérica en la que también resuenan ecos joyceanos. Una odisea espacial llena de alegorías en la que Dr. Duraj sumerge al lector en un mundo lleno de posibilidades. Porque capítulo tras capítulo se abre una nueva puerta y con ella una nueva posibilidad, un nuevo camino, un nuevo peldaño que lleva a esa Escalera Celestial y al propio destino de James, si es que acaso hay uno escrito para él.
Un periplo intergaláctico el que nos propone Tomás Duraj en esta novela de ciencia ficción difícil de etiquetar por su originalidad. A veces muy lírico, siempre muy filosófico, el autor nos adentra en un mundo lleno de metáforas en el que una alegórica Muerte juega una partida de ajedrez con James, evocando a esa obra maestra de Ingmar Bergman que es El séptimo sello.
Dr. Duraj plantea entre sus páginas dilemas morales y reflexiones hondas a través de unos personajes presentados y trazados con gran maestría y unos diálogos llenos de profundidad y onirismo.
Escalera Celestial no es un libro apto para todo tipo de lectores y está bien poder decirlo. No creo que muchas personas estén preparadas para su complejidad y para entender todo lo que Tomás Duraj ha querido plasmar en sus páginas. Ni siquiera estoy segura de haber podido captar toda su esencia yo misma. El lenguaje utilizado por su autor hace que leer esta novela requiera una buena dosis de compromiso y, por qué no, de paciencia. Por eso creo que no todo el mundo esté preparado para enfrentarse a un libro de este este calibre. Sin embargo, sí estoy convencida del valor y de la originalidad de esta obra y que el resultado, y ese final épico, merece bien la pena. Creo que muchos amantes de la ciencia ficción y de la filosofía encontrarán en esta novela un lugar en el que quedarse, una escalera hacia la reflexión. Porque, sin duda, Escalera Celestial es uno de esos libros que llegan para quedarse, para sacudir a los lectores, agitar sus conciencias y hacerlos reflexionar.