Muchas veces los autores usan el humor para rebajar lo crudo de este género que refleja lo peor de las pulsiones humanas, y hacer más llevadero un género en el que la violencia es una de las claves.
El miedo y el humor son dos caras de la misma moneda. Lo que nos intriga o aterra puede hacernos reír, como una reacción nerviosa. Por lo tanto, no debe extrañarnos que la novela de crímenes se acerque en determinadas ocasiones al humor.
1.- Miss Merkel. El caso del jardinero enterrado de David Safier
El jardinero no siempre es el asesino, a veces es el cadáver… Angela Merkel se enfrenta a esta extravagante situación cuando su perrito Putin descubre el cadáver de un jardinero en el cementerio de Klein-Freudenstadt. El muerto está en una posición imposible: boca abajo y enterrado de manera que solo sus piernas sobresalen.
Los sospechosos de este asesinato se pueden encontrar en dos familias rivales que dirigen sendas empresas de pompas fúnebres: hay un oscuro director gerente, una contable algo inestable, un adorador de Satán… Uno de esos empresarios funerarios se revela como un hombre increíblemente culto aunque Angela no solo comparte su amor por Shakespeare con él, sino que tan interesante señor también le parece una ex estrella de cine…¿Sucumbirá al encanto de este hombre? ¿Y qué dice su marido Achim al respecto?
El segundo caso de la detective Miss Merkel vuelve a plantearle complicados problemas a la excanciller y pone patas arriba la aparente calma de su nueva vida de jubilada, también en el ámbito privado.
2.- El misterio de la bala perdida de Richard Osman
Más de 5.000.000 lectores ya forman parte de El Club del Crimen de los Jueves
Es otro jueves cualquiera. Excepto que los problemas nunca andan lejos si la pandilla del Club del Crimen de Los Jueves está metida en el ajo. Una leyenda de las noticias locales, a la caza de un titular jugoso, visitará Coopers Chase y pronto nuestro cuarteto de octogenarios andará tras la pista de dos asesinatos sin resolver. Por si fuera poco, un nuevo enemigo pondrá a Elizabeth entre la espada y la pared al encargarle una misión letal: matar o morir.
Mientras Elizabeth lidia con su conciencia (y una pistola), la pandilla hará lo posible por resolver el misterio a tiempo. Pero, ¿podrán atrapar al culpable y salvar a Elizabeth antes de que el asesino vuelva a atacar?
3.- La brigada de Anne Capestan de Sophie Hénaff
Un nuevo nombre se suma a la gran novela negra francesa: Sophie Hénaff, considerada por la crítica como «una Fred Vargas con grandes dosis de humor», cautiva a los lectores con una novela policiaca original y poderosa.
Anne Capestan es una policía joven y apasionada. Ha sido una estrella, pero se encuentra alejada de su cargo tras haber disparado a un hombre durante una investigación cuyos detalles no han quedado claros. Cuando acude nuevamente a la sede de la Policía Judicial parisina para la decisión final sobre su carrera, su jefe le comunica que la ha puesto al frente de una brigada especial. Pronto sabrá quiénes componen esta brigada sin nombre, sin coche y sin armas: un borracho, una escritora escandalosa -y su perro-, un informático despistado y un gafe… Dos casos aparentemente anodinos y nunca resueltos les esperan: una mujer estrangulada en su sofá y un jubilado al que han disparado en el río.
4.- Burlando a la parca de Josh Bazell
Peter Brown es un médico interno residente en el peor hospital de Manhattan. Y también un experto en artes marciales -que no duda en usar en su trabajo-, y un tío forzudo y deslenguado, saludablemente cínico, y con verdadero talento para la medicina. Pero hay que decir que Peter no es todo lo que parece, y que no parece todo lo que es. Su verdadero nombre, por ejemplo, es Pietro Brnwa, y desde hace ocho años está en el programa de protección de testigos del FBI. Con su nueva identidad ha estudiado medicina, ha cambiado de vida, y ahora es el doctor Peter Brown. Pero sigue teniendo un colorido pasado que jamás imaginaríamos en un médico, mayormente rojo sangre y negro muerte, porque Pietro fue un asesino a sueldo de la mafia hasta que el día en que reconoció que matar a otro también mata algo en uno mismo, y además tiene consecuencias impredecibles.
Pero el pasado, que no sólo es pasado sino historia, se repite. O vuelve. Y el doctor Brown tiene que atender a Eddy Squillante, un paciente con un cáncer de estómago a quien han dado tres meses de vida. Pero Eddy está firmemente decidido a burlar a la muerte, y además él también se ha cambiado el nombre; antes era Nicholas LoBrutto, un mafioso que reconoce a Peter, y le ofrece un trato: si lo mantiene vivo, Eddy no lo delata a sus antiguos jefes de la mafia; si lo deja morir (o lo mata), sus socios cogen el teléfono y empiezan a hablar…
5.- Aviso de muerte de Sophie Henaff
La nueva voz de la novela negra francesa, sucesora de Fred Vargas y ganadora de los premios Polar en Séries, Arsène Lupin de Literatura Policiaca y de los Lectores de Livre de Poche, regresa con una nueva e hilarante aventura de la brigada más peculiar.
Lejos de haber alcanzado la gloria tras la brillante e inesperada resolución de su primer caso, Capestan y su estrafalaria brigada son vistos como traidores por el resto de sus colegas. Siguen relegados en el rincón más oscuro de la policía judicial y matan el tiempo decorando el árbol de Navidad o jugando al billar. Solo Anne mantiene la fe en su valía. Aun así, habría preferido evitar la investigación que le han asignado: el asesinato del comisario Serge Rufus, padre de su exmarido Paul. Capestan siempre odió a su suegro, pero todavía no ha sido capaz de olvidar al hijo. Mientras tanto, un hombre en Provenza descubre su nombre en un monumento a los caídos, perturbadora premonición que se cumplirá de inmediato y que hará que la brigada deje París para investigar unas muertes extrañamente anunciadas.
6.- La juguetería errante de Edmund Crispin
La juguetería errante es un clásico de la novela de detectives inglesa, considerado unánimemente una de las cumbres indiscutibles del género. Cuando el poeta Richard Cadogan decide pasar unos días de vacaciones en Oxford tras una discusión con el avaro de su editor, poco puede imaginar que lo primero que encontrará al llegar a la ciudad, en plena noche, será el cadáver de una mujer tendido en el suelo de una juguetería. Y menos aún que, cuando consigue regresar al lugar de los hechos con la policía, la juguetería habrá desaparecido y, en su lugar, lo que encontrarán será una tienda de ultramarinos en la que, naturalmente, tampoco hay cadáver. Cadogan decide entonces unir fuerzas con Gervase Fen, profesor de literatura inglesa y detective aficionado, el personaje más excéntrico de la ciudad, para resolver un misterio cuyas respuestas se les escapan. Así, el dúo libresco tendrá que enfrentarse a un testamento de lo más inusual, un asesinato imposible, pistas en forma de absurdo poema, y persecuciones alocadas por la ciudad a bordo del automóvil de Fen, Lily Christine III.
7.- Lo mejor que le puede pasar a un cruasán de Pablo Tusset
Pablo Miralles es el hijo gandul, procaz y gordo de una familia bien barcelonesa. Una mañana, su hermano pijo y políticamente correcto, The First, le hace un encargo aparentemente fácil: localizar al propietario de una misteriosa casona del barrio que ha sobrevivido a la especulación inmobiliaria. Sin embargo, nada más empezar la pesquisa, The First desaparece sin dejar rastro, y Pablo, la oveja negra de la familia, se verá en la enojosa obligación de investigar qué ha sido de su hermano.
Es así como Pablo Miralles interrumpe a su pesarlas borracheras en el bar de Luigi, las disquisiciones filosóficas con los miembros del Metaphysical Club y los escarceos eróticos por los bajos fondos para embarcarse en una demencial aventura que lo llevará, junto a su amiga Fina y a bordo del formidable deportivo de su hermanorico, a conocer el lado más oculto de la ciudad.
8.- El leñador de Michal Witkowski
La primera novela negra queer de la actual estrella de la literatura polaca. A finales de otoño, el protagonista y narrador, Michal Witkowski, se retira a un resort turístico de playa, totalmente solitario en esa época del año, para escribir la novela que le proporcionará dinero, fama y todos los premios literarios. Se aloja en una pequeña casa en medio del bosque pero le cuesta avanzar con el libro, ya que su atención se centra en su anfitrión Robert (el Leñador) quien en realidad es un músico depresivo de mediana edad. Michal, intrigado con este personaje y siguiendo la pista de una fotografía, inicia una investigación que le conducirá a un antiguo centro de ocio de la época comunista y al olvidado caso de la desaparición de una belleza local. De una forma de lo más excéntrica y con la colaboración de los arquetípicos y grises personajes que se va encontrando, Michal indaga en el pasado de el Leñador.
9.- No cerramos en agosto de Eduard Palomares
Jordi Viassolo consigue un trabajo de becario –temporal y mal pagado– en una agencia de detectives de Barcelona. La misión que le encargan es simple: mantener el despacho abierto durante el verano sin meterse en líos. Todo cambia cuando aparece un cliente desesperado asegurando que su mujer ha desaparecido. Se trata de una investigación aparentemente sencilla, perfecta para que el tímido e inexperto Viassolo comience a foguearse en la calle. Sin embargo, el caso se complica y el aprendiz de detective deberá alejarse de la burbuja en la que ha vivido como estudiante y empezar a poner en práctica lo que hasta ahora solo conocía de oídas.