Es cierto que hay innumerables obras sobre el séptimo arte. Tratados y monográficos bajo el prisma artístico o técnico, así como del personal que se encuentra a uno u otro lado de la cámara. Así como de los distintos aspectos que forman parte de este mágico e ilimitado universo. Pero también es cierto, y esto no se trata de un cliché, que libros como el que nos ocupa hoy, no abundan.
David Jenkins sabe mucho de cine. Ejerce gran cantidad de oficios tanto dentro del cine como de la televisión: Guionista, productor, creador —me gusta más que el anglicismo «showrunner»— e incluso actor. Con toda esta experiencia, que elija a cincuenta directores de cine para definir la obra de estos y qué los distingue del resto, es para tenerlo muy en cuenta.
Se trata de una selección bastante ecléctica, donde podemos encontrar tanto a directores clásicos y conocidos por la mayoría, como pueden ser Alfred Hitchcock, Stanley Kubrick, Antonioni, Bergman, Scorsese, Ford, Cameron, Spielberg, o incluso nuestro Almodóvar; a los que no lo son tanto: Lucrecia Martel, Weerasethakul, Chytilová, Béla Tarr o Mia Hansen-Løve… Estos son solo una muestra de esos cincuenta realizadores escogidos sin ningún criterio, a primera vista, que los identifique. Están aquí porque a Jenkins le gustan sus películas.
Encabezado por una cita sentenciada y definitoria de cada uno de los directores, partimos de esa premisa para describir la filmografía u obras más destacables de sus carreras. Para a continuación, a través de un breve repaso, el autor se centra en descubrir más que la obra, el legado de este o esta. Esta información, junto con la nacionalidad y año de nacimiento del artista, caben en una sola cara en las páginas de este libro, junto a la cual aparece un fotograma de la película que más representa o más destacable dentro de su filmografía. Pero lo que resulta más interesante y hace que este libro sea diferente al resto es lo que provoca que el autor se enamore del trabajo de estos directores y directoras. No se trata de la técnica usada, o lo reseñable de sus guiones. Lo que subraya Jenkins son esos trabajos realizados desde los sentimientos. Tanto de los que inspiran a esas películas, a los que el espectador percibe en su visionado. De lo que estos realizadores transmiten, de forma consciente o no de ello, y de cómo esa corriente llega hasta aquel que visualiza el film. Lo que diferencia lo que es arte de lo que es negocio cuando hablamos de cine.
Esto lo acentúa David Jenkins a través de cinco breves entrevistas llevadas a cabo a Apichatpong Weerasethakul, Isabel Sandoval, Pedro Costa, Mia Hansen-Løve, Christine Molloy y Joe Lawlor, — estos dos últimos realizan al alimón su películas—. En sus declaraciones reiteran como escriben y dirigen desde lo visceral, sin importarles el número de espectadores, solo pendientes de dejar patente la idea que quieren transmitir, dejando huellas indelebles a quienes se sientan a ver sus películas.
De la mano de Blume este es el segundo trabajo que tengo el gusto de disfrutar, y me ha demostrado que es una editorial a la que hay que tener muy en cuenta. Con un formato en rústica, nos hace llegar este librito que es una delicia, y que nos leeremos de una vez, tanto por su brevedad como por la forma exquisita en la que el autor nos habla de estos directores, que si no los conocemos a todos, es una oportunidad única para acercarnos a ellos. A los que conocemos, hay que revisitarlos desde este nuevo ángulo que nos ofrece el autor. Porque a veces es bueno que nos zarandeen para provocar que nos paremos unos instantes a degustar lo que creemos cotidiano, y volvamos a descubrir obras, que tal vez pasaron desapercibidas, y no fuimos capaces de apreciar o descubrir lo que sus autores quisieron contarnos a través de ellas. Darnos cuenta de porqué a las imágenes en movimiento se le denomina «séptimo arte», y que existen directores que priman el hacernos pensar por encima del mero entretenimiento.