Cuando te dispones a leer un libro de Nando López, debes de ser consciente de que no solo eliges una novela para entretenerte. Sabes que esa obra te llegará al corazón, y que a partir de entonces formará parte de ti. Sumergirte en la literatura de Nando López es como hacerlo en esas siestas estivales, esas en que las telarañas del bienestar te hacen casi imposible volver a subirte al mundo. Sabes que debes volver a él, pero estás tan a gustito que no quieres abandonar sus páginas.
Yo lo sé porque “El río de las veces” es la cuarta que leo de su amplia bibliografía, y eso que este docente doctorado en filología tiene en su haber más de cuarenta obras que se mueven entre la novela, el teatro y la no ficción; esto significa que tengo suerte de poder seguir descubriendo a este escritor que trabaja con el corazón en la mano. Galardonado con multitud de premios, entre ellos el Gran Angular, también ha sido adaptado a la pequeña pantalla con una de sus novelas más conocidas: “La edad de la ira”, la que aun se puede disfrutar a través de la plataforma ATRESplayer. Pero recordad que siempre hay que leer el obra literaria antes de ver su adaptación.
Esta vez, Nando nos adentra en la historia de Joana y Carla, dos chicas que viven un amor que ha sido trastocado por un acontecimiento que marcó un antes y un después en sus vidas. Cuando Joana vuelve de su año en Berlín, sabe que ni ella ni quienes la rodean son las mismas, por mucho que se empeñe en creer lo contrario. Incluso su reencuentro con sus Mosqueteras no consigue llevarla a esa etapa de su vida donde todo parecía más sencillo, o al menos más controlable. Tanto ella como Carla son conscientes de que por mucho que retrasen el reencuentro tienen una charla pendiente, una conversación de la que dependerá lo que será de ellas en el futuro. Una historia en la que la intolerancia, el bullyng y la incomprensión hacen más complicado ese paso de la adolescencia a la edad adulta; donde no solo los demás son el enemigo, el peor de ellos está en nuestro interior. Una historia de descubrimiento de la sexualidad, de la personalidad, de nuestro lugar en el mundo y qué papel queremos representar en él y quién queremos que nos acompañe. Una historia que es un torbellino de emociones como lo es el propio camino a la madurez. Aludiendo a la alegoría del bonito título de la novela: es imposible cruzar dos veces el mismo río, encontramos este río de las primeras veces que es la vida misma. Esto no implica que sea una obra introspectiva, también hallamos una línea argumental donde pasamos miedo y emoción junto a nuestras protagonistas, sin prescindir de algún giro argumental.
Nando nos atrapa con ese estilo suyo plagado de esa hermosa prosa poética. Tiene un modo tan bonito de transmitir que no solo disfrutas con lo que te cuenta, sino cómo te lo cuenta. Con pasajes que están plagados de más calidad artística que muchas novelas en todas sus páginas. Hace que nos enamoremos de sus personajes, y que deseemos pertenecer a ese exclusivo grupo de Mosqueteras, y poder reunirnos con ellas en ese club de lectura en “Cumbres Borrascosas” esas “noches repelentes”. Son de esos personajes que echarás de menos una vez hayas acabado el libro. Una novela que tiene poco más de trescientas páginas, que dividido en cortos capítulos se vuelve aún más adictiva. Capítulos nombrados cada uno de ellos con el título de novelas emblemáticas que tienen que ver con su desarrollo. Títulos que, no sé si todos pero la mayoría, han tenido su consabida adaptación a la pantalla, y es que eso de libros y versiones visuales de ellos también tiene su importancia en esta historia.
Muchos de los personajes que pueblan las páginas de la bibliografía de Nando pertenecen al colectivo LGTBI+, así que su literatura, además de amena resulta necesaria. Porque aun en pleno siglo XXI la intolerancia y los prejuicios siguen campando en cuanto al tema de la sexualidad de cada cual se trata. Algo que debería pasar desapercibido y pertenecer solo a la intimidad de cada ser, sigue siendo un estigma para la sociedad. Una lástima que la mayoría de esas mentes obcecadas en su absoluta verdad no cedan a la oportunidad de acercarse a obras como estas, y precisamente las personas que respetan la intimidad de cada cual sean los lectores que sí se adentran en ellas. Esto solo se cura con la educación. Ya he escrito esto otras veces, pero reitero que novelas como “El río de la vida” —así como otras del mismo autor que hemos reseñado con anterioridad en esta web— deberían ser de lectura obligada, no solo para abrir mentes, también corazones.