¿Quién se comió la primera ostra?, de Cody Cassidy

¿Cuántas veces nos habremos planteado quién sería el primero en realizar algo que estamos haciendo u observando nosotros mismos en ese momento? Dudas existenciales así se las debió plantear muchas veces el estadounidense Cody Cassidy, un periodista y escritor freelance, que un buen día decidió darles respuestas.

Se puso manos a la obra, y decidió averiguar soluciones a cuestiones como: ¿Quién descubrió el fuego?, ¿quién inventó la ropa?, ¿quién bebió por primera vez cerveza?, ¿quién inventó la rueda?, ¿quién fue el primer cirujano?, ¿quién cabalgó el primer caballo? o ¿quién se comió la primera ostra? pues mucha hambre debió tener. Estás y más cuestiones son las que intenta aclarar en este divertido e interesante libro.

Para ello no se basa en especulaciones sino que a través de un exhaustivo trabajo de investigación, evidencias y asesorado por parte de infinidad de expertos entre los que se encuentran historiadores, arqueólogos, antropólogos, físicos, químicos y otros profesionales en diversas materias que han realizado estudios en sus campos, y que aquí, Cassidy se encarga de hacernos llegar las respuestas de tan curiosas cuestiones de forma demostrada y veraz.

Utilizando una cronología accesible a todo tipo de lector, ya que como él mismo escribe: «No somos capaces de comprender los grandes periodos de tiempo. La información es abstracta. Es el mismo problema que afrontan los astrónomos al hablar de la vastedad del espacio o el peso de una enana roja.» Es para hacer comprensibles estas diferencias de tiempo que abarcan cientos de miles de años que ha optado por la conocida cuenta atrás del reloj. «Si un único día representa los trescientos mil años desde la evolución del Homo sapiens, la historia moderna comienza media hora antes de la medianoche.» A través de este sistema, que utiliza para ubicarnos en cuándo transcurre el descubrimiento que trata cada episodio, hace más fácil situarnos cronológicamente ante el hecho contado. Esto también podemos comprobarlo al inicio del libro donde, sobre una gráfica, coloca el descubrimiento correspondiente a cada capítulo.

El autor nos transmite ese entusiasmo que irradia a través de sus palabras a la hora de narrarnos cada descubrimiento o invento del supuesto/a protagonista que realizó cada acción. Y es que su grado de veracidad a la hora de trasladarnos la historia llega hasta indicarnos si fue pionero o pionera quien protagoniza la acción, basándose en las costumbres sociales de la mano de investigadores y expertos, indicándonos el género posible de quien hizo posible el avance histórico. Personificando a nuestro/a audaz descubridor/a, nos narra un breve relato de lo que pudo hacer posible cada descubrimiento o invento. De este modo, resulta más ameno si cabe, el hecho acontecido con sorprendente resultado.

De forma muy entretenida y con un agudo sentido del humor, vamos aprendiendo hechos muy curiosos como porqué se nos hace más apetitosa una súper calorífica palmera de chocolate antes que un sano pedazo de brócoli; o como fue la necesidad de conseguir alcohol la que provocó el cultivo de cereales, y no el pan, como creíamos. Mediante capítulos cortos, no invita a leernos sus apenas doscientas páginas de una sentada. Haciendo que deseemos más entregas con nuevos descubrimientos. Y es que cuando te has dado cuenta ya se ha acabado el libro.

Esta compilación de hechos que marcaron el avance de la humanidad es una lectura perfecta para todo aquel que lleva un curioso en su interior. Que combate a los estereotipos e ideas preconcebidas que viven en nuestro imaginario colectivo, y que nos demuestra que ni el hombre primitivo era un simple cavernícola que solo cazaban mamuts y resolvía sus conflictos a garrotazos. Y que antes de que existiera la palabra escrita podía haber genios como Miguel Ángel o Copérnico, de los que nunca tendremos constancia ni sabremos su nombre, pero que hicieron posible el avance del mundo.