Perro malo, de Alex Smith

El caso de Alex Smith es curioso. A este autor de libros infantiles y juveniles de éxito, le apetecía cambiar radicalmente tanto de género como de público. Así que se le ocurrió la idea de un personaje, perteneciente a la policía, que podría solucionar los asuntos escabrosos que sufre gente inocente. De esta idea surgió el inspector jefe Robert Kett.

Este personaje, en su primera aventura titulada “Sin rastro”, abandona su puesto en la policía metropolitana de Reino Unido atormentado por la desaparición de su esposa. En su nuevo destino, Norwich, intenta partir de cero, haciéndose cargo de sus tres hijas pequeñas. Pronto dos jóvenes repartidoras de periódicos desaparecerán. Todo indica que un loco las ha secuestrado. Esta sería la premisa de la primera novela protagonizada por este inspector jefe. Pero “Perro malo” es la segunda entrega de los casos de este personaje.

Entre tanta novela policíaca, y tanta saga en el género, he de admitir que a veces me pierdo. Y me sumergí en esta novela sin tener ni idea de que era la segunda de esta saga que ya va por la friolera de siete entregas. Y es que el prolífico Alex Smith, confiesa que tarda en escribir un libro completo tres semanas. Todo esto que no nos lleve a confusión. No se trata de una saga menor, ni son novelas de baja calidad. Todo lo contrario. Para mí ha sido todo un descubrimiento, y me atrapó desde la primera página. El personaje principal, me parece uno de los protagonistas más carismáticos dentro del género. Se trata de un hombre afligido y marcado por la desaparición de su mujer, pero alejado de los típicos clichés del noir, ya que este hombre, cuando llega a su casa, se desvive y trata de aparentar fortaleza para lidiar con sus tres hijas pequeñas, que ponen su mundo patas arriba, pero por los mismos motivos que a nosotros nos lo ponen nuestros propios hijos. Se trata de un padre cariñoso y tolerante, que trata de facilitar la vida de sus hijas en lo posible tras el trauma de no saber qué ha sido de la madre de las criaturas. Arropado por unos entrañables compañeros, me gusta especialmente que se use el humor como válvula de escape, y entre ellos existe esa camaradería, usando bromas personales entre ellos, consiguiendo dotar de más humanidad a los personajes.

Esta vez, Kett debe encargarse del caso en el que una chica ha sido brutalmente asesinada en un bosque cercano. Tanto los hechos, como testigos de la zona, parece ser que el culpable es un enorme perro salvaje, pero las evidencias y la aparición de un segundo cadáver, dan a entender que el asesino no es un animal, al menos no de cuatro patas. A pesar de ser la segunda entrega de la saga, no es imprescindible haber leído la primera, ya que se alude bastante al caso anterior, y a la desaparición de la esposa del inspector jefe, lo que nos va iluminando cuál será el hilo conductor de las siguientes novelas.

Ya digo que a pesar de aparentar el autor frivolidad a la hora de indicar lo que tarda en terminar sus novelas, quiero enfatizar la buena labor de este. Porque tardará tres semanas en escribirlas, pero se nota que el proceso lleva un gran trabajo detrás, solo hay que ver la redondez de la trama. Desde la primera página, nos coge de la solapa, y nos zarandea. Hace que no podamos abandonar la lectura, ya que su ritmo no decae en ningún momento. Acción que facilita la sucesión de capítulos cortos, y que en apenas doscientas treinta páginas nos deja literalmente pegados a ellas hasta que llegamos al desenlace de esta apasionante historia que no prescinde de un giro final digno de los mejores autores.

La editorial Principal de libros, nos acerca a este autor que consigue cautivar al aficionado a la novela policíaca: una buena historia y unos buenos personajes que no nos dejarán bajarnos de esta montaña rusa hasta llegar a su final. Y que quien no haya leído la primera aventura de este carismático inspector jefe correrá a la librería más próxima a por ella.