Este libro me ha sorprendido en muchos aspectos. El más llamativo es la forma en que la autora lo ha pergeñado. Y es que no es una novela escrita al uso. Carece de diálogos propiamente dichos. Los tiene, pocos, pero no aparecen de la forma en la que estamos acostumbrados a través del clásico guión que encabeza la frase del emisor. Isabel Alba cuenta la historia de manera similar a un guión cinematográfico. No en vano esta escritora es también guionista, y aparte de haber publicado ya varias novelas, también es la autora de “Detrás de la cámara. Como narrar en imágenes: del guión a la película” de temática cinematográfica. La narración avanza, la mayoría, a través de párrafos breves. En forma de crónica, esta historia nos pone en contacto con sus personajes protagonistas, indicándonos desde el principio lo miserable de sus vidas. De lo fútil que resulta intentar evadirse de ese destino donde solo les espera más miseria. Y es que la joven Örce Brasz y su hermano pequeño Miklós han nacido en la Hungría de finales del siglo XIX, una época convulsa en esa parte del mundo que provocará la transformación en la Europa que hoy día sigue sufriendo cambios. Una historia que abarca desde 1898 a 1920, donde la Primera Guerra Mundial y la revolución húngara marcarán el destino de nuestros protagonistas y de todos los que los rodean, secundarios que tienen mucho protagonismo, porque la presencia de cada uno de ellos es el detonante de un efecto mariposa que influye en la vida de todos los demás. Isabel Alba mezcla personajes ficticios con otros reales. No deja a ningún lector indiferente por la realidad narrada en ella. No es una historia solo de lo absurdo de las guerras y el sufrimiento de los que no las provocan, también habla de la lucha de clases, donde el trabajador no tenía derechos y era poco más que un esclavo. Nos conmueve el pensar que todo lo que acontece está basado en la cruda realidad.
Ya desde el principio, esta autora capta nuestra atención al contarnos como el Matías Bran del título se encuentra en su casa, de la pistola que tiene en su mano, y de cómo se la coloca en la boca para acabar con su vida. Un hombre del que lo desconocemos todo, sobre todo el motivo que le empuja a realizar tan desconcertante acto. A continuación nos traslada a una miserable vivienda situada en una zona rural de Hungría, donde acontece el nacimiento de una criatura, cuyas condiciones ya vaticinan cómo se desarrollará el resto de su vida. Unos hechos totalmente opuestos, el principio de una vida, y un individuo que pretende poner fin a la suya. A lo largo de la novela se irán intercalando datos, que no la historia, de nuestro protagonista suicida. Fotos y proclamas, todos ellos recopilados en cuadernos, serán testigos de hechos pretéritos al momento en que Matías quiere acabar con su existencia. Pero recordemos que estamos en el Libro 1, aún queda historia que contar, y aunque en esta entrega concluya la de sus protagonistas —presumimos que antepasados del propio Matías—quedaremos fascinados y querremos echar el ojo a libros posteriores que nos pongan al día de cuál ha sido el detonante de la situación de Matías.
La forma que tiene Isabel Alba de trasmitirnos los hechos me recuerda mucho, tanto por la forma como por el contenido, a la obra de Vasili Grossman. Con su peculiar prosa y esa manera de narrarnos las desgraciadas vidas de los personajes, de lo absurdo de la guerra y lo injusta que es la vida en general.
A pesar de que esta novela salió publicada por primera vez en 2011 a través de Montesinos, no se han publicado siguientes entregas, al menos yo no he podido localizarlas. Esperemos que con esta reedición a través de Piel de Zapa, sello de la anterior, podamos seguir disfrutando y nos enteremos de la verdadera historia de Matías Bran. Aprovecho para hacer un llamamiento a la autora y reivindicarle que queremos más.
Resulta desconcertante cómo condiciona tu vida el lugar y época en la que te toca nacer. Y es que leyendo historias como esta, te hacen consciente de lo afortunados que somos. Esto se vuelve más palpable cuando actualmente vemos en las noticias como siguen existiendo guerras absurdas muy cerca. Es indignante que el ser humano no aprenda de la historia, y estemos condenados a repetirla una y otra vez. Por eso libros como este son aun muy necesarios, y deberían ser de obligada lectura, para ver si así desarrolla conciencia algún mandatario. Lo que me trae a la memoria algo que el gran director de cine José Luis Garci sentenció: el cine nos hace mejores personas. Esto se puede trasladar perfectamente también a la literatura.