Los guardianes del Prado de Javier Alandes

«General Von Schimmer, el día que el Autorretrato de Durero y Las Meninas cuelguen en las paredes de la residencia del Führer, será usted uno de los hombres más importantes de Alemania» (Heinrich Himmler).

Valencia 1936: un puñado de hombres y mujeres lucharán heroicamente para salvar los tesoros del Museo del Prado. Javier Alandes parte de un hecho histórico conocido, el traslado de las obras maestras del Museo del Prado a Valencia durante la Guerra Civil, y urde una ingeniosa novela de intriga con tintes de thriller.

Los guardianes del Prado es una novela que combina hechos y personajes reales con ficción. En un ejercicio de imaginación y documentación, el autor ofrece explicaciones alternativas a hechos históricos que bien podrían haber ocurrido de una forma distinta a la oficial. Alandes recupera e integra en la novela uno de los grandes enigmas de nuestra historia, la misteriosa desaparición del tesoro republicano del Vita.

La acción situada en la Guerra Civil se combina con otra que transcurre en un pasado muy reciente: 1980 y 1981, con el ruido de sables que culminó el 23F. Ambos momentos históricos están unidos por un personaje inolvidable, el periodista Fernando Poveda, a quien el lector sigue sin dudar por los complejos recovecos de una investigación fascinante.

Los personajes que sustentan la trama de los años treinta son de una gran fuerza: por un lado, el arquitecto Alejandro Santoro, el ambiguo y peligroso Mateo Aguirre, y las jóvenes Elisa Aparisi y Bela Silvero; por otro, el ambicioso general Gallardo, el fanático SS-Brigadeführer Jürgen von Schimmer y el estraperlista Félix Santurce. Además de otros muchos personajes reales, por la novela desfilan, en cameos impagables, Heinrich Himmler, el general Queipo de Llano, la escritora María Teresa León… y hasta Francisco Franco.

La recreación de los escenarios es asombrosa, en especial la Valencia de la Guerra Civil, inesperada capital de la República durante unos meses muy intensos. Gracias a la capacidad descriptiva de Javier Alandes, el lector se convierte en un transeúnte más, recorriendo sus calles, sentándose en sus terrazas y sintiendo el miedo ante los bombardeos.