El mundo que Jones creó, de Philip K. Dick

Después de leer tanto a Philip K. Dick, es de confesar que no tenía muchas expectativas en “El mundo que Jones creó”. Primero porque es uno de sus primeros trabajos, editado por primera vez en 1956. Segundo, porque no es una novela que haya trascendido mucho, o que sea del todo conocida, siendo su primera novela, “Lotería solar”, una obra con más repercusión. Tal vez también se deba la confusión, o el desconocimiento, al título por la que también es conocida: “Tiempo doblado”.

Pero cual ha sido mi sorpresa al descubrir una obra que es de todo menos menor. Un libro bien escrito, una historia sólida, e incluso mejor construida y más coherente que trabajos posteriores que han hecho famoso a este autor. La trama es emocionante, personajes interesantes, y distintas líneas argumentales que convergen encajando a la perfección. Ya aparecen elementos recurrentes en la mayoría de novelas de Dick, como el propio Jones al que alude el título, que es un precog, con la capacidad de saber su propio destino a un año vista. También aparecen especies extraterrestres, viajes interplanetarios y mutantes originados por la radiación liberada en una guerra pasada.

La historia me ha gustado mucho, usando su trama como metáfora del miedo a los sistemas autoritarios. No uno por derrocar a otro significa que este último sea mejor que el anterior, que sigue manipulando a las masas, anulando el libre albedrío, ya que el mismo Jones, conocedor de su destino, es incapaz de evitar lo conocido. Pero no será Jones el protagonista principal de la trama, este papel lo ejerce Cussick, un agente de policía que vivirá en primera persona la transición entre autoritarismos, donde Jones tendrá tanto que ver como unas extrañas criaturas originarias de más allá de nuestro sistema solar, y que a pesar de no poseer inteligencia, parecen ser una amenaza encubierta. Existe aún una tercera línea narrativa, en la que unos pequeños mutantes tendrán un papel muy importante en la supervivencia del ser humano, sin que ellos mismos lleguen a sospecharlo.

Las tres líneas argumentales se complementan y entretejen finamente, jugando con la narración en distintos tiempos sin crear confusión, haciendo que la historia avance sin bajar el ritmo en ningún momento., demostrando que Dick ya desde sus primeros trabajos, era un gran escritor que conocía su oficio.

A pesar de la calidad de esta novela, se adivina que es uno de los primeros trabajos de Philip K. Dick. Aun sus demonios no lo había visitado en forma de enfermedad mental o adicción, notándose en detalles como la relación amorosa de Cussik con su esposa, rebosante de optimismo, así como la carencia a alusiones de un ente superior que dirija directa o indirectamente el destino de los personajes. Tal vez de lo que flojea es de la ausencia de alguna nota de humor, siendo la seriedad la que predomina a la historia y a todos los que la habitan.

Una novela que sorprenderá a más de uno, por la calidad y falta de repercusión, que afortunadamente Minotauro se encarga de hacernos llegar en esta maravillosa colección de autor, desde la que podemos descubrir joyas como estas a los que creíamos que ya habíamos leído lo mejor de este icónico autor.