Había oído hablar de Danielle Trussoni y de su obra enmarcada en el género fantástico “Angelology”. No me había atraído demasiado su temática como para abordarla. Pero al leer la sinopsis de “La memoria de la nieve”, no pude evitar lanzarme a él, tanto por la curiosidad de descubrir la pluma de la autora, que me habían recomendado tanto, como por la trama que ofrecía.
Y es que me atrajo la historia de esta chica corriente de Nueva York, que ve como transcurre su vida como la de cualquier otra persona normal, hasta que un buen día recibe una misteriosa carta donde se le rebela que es la única heredera de un título nobiliario al que acompañan una gran fortuna y un castillo cerca del pueblo italiano de Nevenero. El pueblo al pie de los Alpes de donde emigró su familia dos generaciones atrás. Cuando se traslada, al que creía tan idílico lugar, va descubriendo que no es un cuento de hadas lo que le anunciaban esos documentos, sino todo lo contrario. Cuanto más conoce la historia de sus ancestros, más se da cuenta de que su herencia era un regalo envenenado, no la material, sino la que los genes le han conferido generación tras generación.
Con esta premisa, la narración nos va conduciendo a través de un bonito cuento gótico, con castillo donde reside un misterioso secreto. Habitado por siniestros personajes, y una maldición de la que parece ser víctima este linaje desde hace cientos de años. Pero a medida que avanzamos, vamos descubriendo que de ese bonito cuento gótico nos adentramos en una fábula donde la mitología juega un importante papel contra la intolerancia y el miedo hacia lo que no comprendemos, y la violencia que esto genera.
Me ha gustado mucho el estilo narrativo de Trussoni. Crea atmósfera sin recurrir a descripciones detallistas ni pesadas que ralentizarían la historia. Al contrario, su pluma es ágil, e introduce flashbacks a modo de diario de un antepasado, que nos pone al día sin resultar repetitiva. Toda la novela podríamos decir que está narrada a modo de diario, con alguna acotación de lo que pasará en un futuro, con estilo, sin destripar nada, pero poniéndonos en antecedentes de lo que creemos se puede avecinar, sin dejar de sorprendernos a cada giro. Este estilo de elocución es solo a modo de narración, ya que existen diálogos e interacción con el resto de personajes. Personajes que a su vez, a pesar de ser algo estereotipados, cumplen su cometido, creando la atmósfera que la historia reclama. También favorece su rápida lectura el componerse la novela de capítulos breves, que hacen que sus casi cuatrocientas páginas las devoremos, y queramos llegar pronto al desenlace de este misterio, que al irse desvelando despierta nuestra empatía a cada pase de página.
Ediciones B ha jugado con esa narración en clave de diario, y esta edición esconde debajo de su sobrecubierta unas tapas duras adamascadas en un bonito color lavanda a modo de diario clásico. Muy acorde con su contenido, un cuento gótico moderno donde se dan la mano varios géneros literarios cuyo fin es el de la buena literatura, entretener a la vez que nos hace pensar y plantearnos lo que damos por sentado.