Aunque es cierto que son los que ganan los que reclaman para sí el privilegio de contarlo, de derrota en derrota hasta el fracaso final, la historia no la escriben siempre los vencedores. En el enorme listado de perdedores están los primeros vencidos: los neandertales; los campesinos egipcios; los esclavos romanos; los herejes cristianos; los bárbaros; los judíos; los templarios; las brujas; los nativos americanos; los contrailustrados; los obreros; los pueblos coloniales; los ancianos; los homosexuales; las mujeres.
Muchos pueblos, etnias, clases sociales y colectivos humanos han resultado maltratados, calumniados y olvidados, y lo han sido dos veces: por la Historia misma y por quienes han asumido luego la responsabilidad de contarla. El objetivo de este libro es reparar, humildemente, esa injusticia, dando voz a quienes se han visto privados de ella, llevando a los lectores una visión equilibrada de su pasado y reconociendo su aportación, en ocasiones ingente, al acervo colectivo de la humanidad. Con ello seremos todos, vencedores y vencidos, quienes saldremos ganando, pues olvidarlos a ellos es olvidar también una parte de nosotros mismos.
Fernández aborda también la labor de honestidad de los historiadores, de cómo un historiador debe acercarse a las fuentes e interpretarlas desde el reconocimiento sincero de su propia ideología, y abiertos a escribir lo que descubran, sin ocultar ni deformar nada. En sus propias palabras: «Hacer de las ideas preconcebidas un tamiz para filtrar las fuentes y desechar las que nos dicen lo que no encaja en ellas sirve, quizá, para escribir alegatos políticos, pero no libros de Historia. Por desgracia, es esto último lo que han hecho con demasiada frecuencia muchos historiadores, para convertirse en publicistas al servicio de los vencedores».
Dicen que la historia la escriben siempre los vencedores y, al hacerlo, dejan fuera a los perdedores, los ignoran o los tratan de tal manera que provocan hacia ellos desprecio e incluso odio. El pasado debe narrarse como fue, o al menos como el historiador, a la vista de sus fuentes, cree que fue, sin hipotecas de ideas o intereses, desde la honestidad y el rigor intelectual. Y hacerlo así exige dar voz a quienes han sido privados de ella y escuchar al menos su versión de los hechos para construir un relato equilibrado de nuestro acontecer como especie.
Historia de los perdedores no habla de guerras ni de batallas; habla de personas, gentes y pueblos. Por sus páginas desfilan herejes y extranjeros, locos y marginados, brujas y mendigos; pero también reyes desheredados, soñadores a destiempo, rebeldes sin causa, amantes de lo prohibido, caminantes sin camino… y pretende, sobre todo, contar la historia de otra forma, distinta a la tradicional. Como escribió Nietzsche: «Necesitamos de la historia, pero la necesitamos de otra manera a como la necesita el holgazán mimado en los jardines del saber».
Luis E. Íñigo Fernández (Guadalajara, 1966) es doctor en Historia Contemporánea por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), inspector de educación y profesor del Centro de Estudios Magíster. En su dilatada carrera ha desempeñado cargos diversos, entre ellos el de subdirector general de Inspección Educativa de la Comunidad de Madrid, y ha impartido clases en las Universidades Nebrija y Camilo José Cela. Especialista en la Segunda República española, sus investigaciones se han centrado en los partidos republicanos moderados. Es autor de más de una veintena de libros, que incluyen trabajos de investigación como La derecha liberal en la Segunda República Española o Melquíades Álvarez. Un liberal en la Segunda República y también biografías, como Francisco Franco. La obsesión por durar. Gran aficionado a la ciencia ficción, ha publicado Breve historia de la ciencia ficción, la única monografía en español que analiza la evolución del género en todas sus manifestaciones.