Recibimos con deleite el segundo episodio del Cuarteto de la guerra en el cual Xavier Güell narra los últimos años de Richard Strauss, considerado el mayor compositor de su tiempo, quien decide permanecer en la Alemania nazi y aceptar la presidencia de la Cámara de Música del Reich con el propósito de proteger a su familia.
Cuarteto de la guerra supone más de dos años de trabajo del músico y autor Xavier Güell para crear estas cuatro obras en las cuales reflexiona sobre un tiempo en concreto, la primera mitad del siglo veinte. Una época en la que los cuatro músicos protagonistas «verán su creación enfrentada al poder político, y cómo este poder condiciona su música y sus vidas» según nos cuenta el propio autor. Así mismo desarrolla a través de la mirada de Bela Bartok, Richard Strauss, Shostakovich y Schönberg «la forma que tuvieron de gestionar el miedo a los demás y a sí mismos, el fanatismo, las dictaduras, la influencia política, y cómo las voces incendiadas de su entorno les impedían escuchar su propia voz; sobre cómo lo importante no fue lo que eran sino lo que podían llegar a ser, y cómo debían sacar lo mejor de si mismos.»
El autor ha dividido en actos y escenas los aspectos de la biografía de Strauss que quiere destacar. La idea de que bastan una serie de momentos de una vida para desgranarla totalmente está presente en esta obra. Tras un Acto I en el que aparece un joven personaje luchando por ver el estreno de Salomé se suceden otros actos directamente relacionados con la vida del compositor que marcarán el devenir y la deriva de los años venideros.
Así el «regalo envenenado» de dirigir la Cámara de Música del Reich irá convirtiendo la vida del músico bávaro en un deslizante y delicado movimiento entre sus diferentes lealtades. Por un lado el afán de defensa de su nuera judía y por ende sus nietos. Por otro la necesidad de alguien que escriba los libretos de sus óperas sabiendo que Stephan Zweig es judío. Y, por último, el punto ambiguo en el que se coloca su esposa con respecto al Reich. Ese complejo equilibrio no dejará a nadie satisfecho, menos aún al compositor y para más inri todo se verá dañado tras su juicio por «desnazificación» en 1948.
La obra de Güell se basa en ese punto en que Strauss decide formar parte de algo sin estar convencido de ello creyendo que las circunstancias y sus consecuencias cambiarán para bien o simplemente pasarán al olvido. Él solo quiere componer, usar su talento y vivir su destreza musical plenamente pero las hipotecas que tendrá que pagar por ello serán inmensas.
Nadie logrará conocerse es una obra viva, tensa y con un ritmo especialmente endiablado que demuestra que nuestra vida y la de los demás simplemente depende de unos cambios de dirección en algunos momentos concretos. Por cierto la aparición de Hitler como secundario de esta obra es impagable.
Más adelante recibiremos la tercera entrega con Shostakovich como protagonista, quien bajo Stalin, al verse obligado a renunciar a su libertad creativa, decide tomar un camino sorprendente. Y para concluir el cuarteto, el erudito autor Xavier Güell nos reserva a Schönberg el gran reformador de la música occidental.
Estas obras reflejan que el ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor, pero mayormente elige representar lo peor. Sin embargo, la música brilla por encima de las circunstancias personales de estos compositores a los que comprenderemos mejor después de estas biografías noveladas que conmueven tanto como su música.