Creo que al buen aficionado a la fantasía y la ciencia ficción no hay que presentarle al norteamericano Daryl Gregory. Con su peculiar sentido del humor es capaz de hacer entrañables a criaturas que en otros autores solo producirían terror. Con más de una decena de novelas en su haber le han reportado multitud de premios tan prestigiosos como el William L. Crawford o el World Fantasy Award, y finalista del Phipip K. Dick y el Nebula. También le constan incursiones en la novela juvenil y el cómic.
“Vida y milagros de Stony Mayhall” fue publicada por primera vez en dos mil doce en su idioma original, y por fin ha llegado a nuestras manos en castellano. Con una una portada ilustrada con trazos sencillos y tapas duras no imagino una editorial mejor que Gigamesh para hacérnosla llegar.
He de confesar que las historias de muerto inquieto que busca algún incauto al que llevarse a la boca me tenían un poco saturado. Hubo una época en la que vi y leí todo lo que estaba a mi alcance y trataba el tema zombi. Así que durante mucho tiempo he huido de historias protagonizadas por las criaturas que tan famosas hizo el gran George Romero tratando de desintoxicarme, más que nada por que al final todas llevaban a la misma conclusión, el ser vivo era peor y más ruin que el muerto viviente. Así que cuando llegó mi oportunidad para leer “Vida y milagros…” lo hice más por ser obra de Daryl que por lo que me contara en ella, ya que la sinopsis era más bien escueta:
Wanda Mayhall y sus tres hijas encuentran un bebé en la cuneta en medio de un temporal de nieve. Una vez en casa descubren que ese niño no es como los demás. Y deciden llamarlo Stony. Podéis ver como no se rebela qué puede tener de singular ese bebé, pero tranquilos, que tampoco os he hecho ningún spoiler, ya que al comienzo del libro queda claro lo que hace especial al pequeño Stony.
Pero en realidad lo que hace especial al pequeño Stony es que el propio lector queda prendado de él desde el primer renglón donde se narra su existencia. Te das cuenta que aunque aún queden cientos de páginas por delante sabes que lo echarás de menos una vez acabes el libro que tienes entre tus manos, y que pasará a esa escueta lista de personajes que recordarás siempre con cariño. Ya nos lo advierte Elías F. Combarro en la presentación del libro que aparece al principio. Y es que este zombi resulta más humano y empático que la mayoría de los vivos. Y a través de él, Daryl Gregorý nos muestra que el ser humano es capaz de lo peor, pero también de lo mejor, indiferentemente estando en posesión de un corazón que lata, o no.
A la altura de semejante protagonista, el autor no podía descuidar a los personajes secundarios, y es que ha conseguido que dichos personajes sean también memorables. Esas hermanas de carácter fuerte y tan diferentes entre ellas; esa madre coraje que puede, o intenta poder, con todo; ese amigo de rasgos asiáticos con el que se sincroniza nuestro protagonista; y muchos más arropan tanto al personaje principal como dan solidez a la historia.
La trama nos llega de forma muy amena, y es que Daryl escribe de forma sencilla y directa, sin necesidad de enrevesados vocablos. Dividiendo la novela en cuatro partes totalmente diferenciables, donde en cada una homenajea a un género distinto. Podría describiros cada uno de ellos, pero prefiero que sea el propio lector el que los vaya descubriendo y sorprendiéndose. El escritor sabe qué historia está contando, y va directo al grano, provocando que no podamos soltar el libro, e iremos devorando capítulo tras capitulo como cualquier no vivo busca con ansias órganos humanos que le aplaquen la gusa. Libro donde, ya os he avisado, os enamoraréis de su protagonista, y que pasará a ser uno de vuestros pequeños clásicos favoritos.