Wes Anderson es uno de esos directores a los que se les reconoce al instante por alguna de sus películas. Lo que más lo delata son esos colores pastel que inundan cada plano de sus obras. Cuando la pantalla se llena de colores saturados, más cercanos a dibujos animados que a la realidad, donde hasta el más mínimo detalle no está colocado al azar, cuidadosamente situado respetando la simetría hasta el paroxismo, seguramente se trate de una película de este prolífico director.
La obra de Anderson no solo destaca por su aspecto visual, las historias que nos cuenta también tienen su idiosincrasia. A través de esos mundos que nos pueden resultar imaginarios, trata temas muy mundanos. Personajes cuyas personalidades caóticas habitan un mundo ordenado. Sus películas son como muñecas Matrioskas, con las que se las compara habitualmente. Basa sus historias en vivencias personales, reuniendo un amalgama de acontecimientos vividos en primera persona, o que les ha ocurrido a personas cercanas, entretejiéndolas formando un nuevo tapiz con ellas. Precisamente por eso, este director tan singular, escribe sus propios guiones.
Anderson no es un director taquillero. Anderson es de esos pocos directores que demuestran que el cine, antes que negocio, sigue siendo arte. No es director de blockbuster para una mayoría, es para un público que aún aprecia la sutileza, la belleza, la esencia de lo visual, un público que va al cine no solo a divertirse, va a pensar, reflexionar, sentir.
Ian Nathan, este prestigioso crítico de cine, guionista, productor y presentador, no es este el primer libro que escribe. Entre sus biografías más vendidas destacan las de Tarantino, Tim Burton y los hermanos Cohen, aparte de sus obras sobre Alien o Terminator. Lo que indica que este hombre sabe de lo que escribe, y además lo hace muy bien.
Libros Cúpula ha editado un libro a la altura del icónico director que trata. Este libro es como su cine, una delicia. Destacable el formato de presentación dentro de un sencillo estuche que es ya una pista de que nos encontramos ante uno de los libros más bonitos que hablan de la obra de un director. En papel satinado, no escatima en fotos a todos color de fotogramas de las obras tratadas en él. Ya no es una obra que es un placer leer, sino hojear y deleitarse en las mencionadas fotografías.
Tratando las obras de Wes, desde la primera, basada en un corto casi amateur con el título homónimo “Bottle Rocket”, hasta la aun no estrenada “La crónica francesa”, vamos repasando una por una cada película de su filmografía. Haciendo un exhaustivo análisis no solo de la obra en sí, Ian Natham analiza desde el germen que fue la idea del guión, pasando por las vicisitudes de conseguir tanto financiación como el reparto que tenía en mente a la hora de plasmar cada uno de los guiones. Un anecdotario no solo desde la pre hasta la postproducción de cada una de ellas, sino hasta las consecuencias de sus estrenos en proyectos posteriores. No queda nada en el tintero, ni tan siquiera de dónde sale ese universo plagado de tantos elementos que lo hacen único, donde nada aparece en él por casualidad y que vamos descubriendo a través de trazos biográficos.
La lectura de este libro te impulsa a revisitar sus películas, siendo un auténtico catalizador para redescubrir la colorida filmografía de Anderson.
Si te enamora el estilo andersiano, te enamorará este libro; si tan solo te atrae su cine, este libro hará que caigas rendido a sus pies. Un libro imprescindible en la estantería de cualquiera que se autodenomine amante del cine.