Fantasmas de lo nuevo, de Ray Bradbury

Bradbury es un escritor que para mí siempre es un valor seguro. Aparte de crear grandes historias es un gran contador de ellas. Con un dominio de la gramática muy fluido nos trasmite lo que escribe de una forma muy amena con una prosa a veces poética.

Minotauro sigue deleitándonos con esta colección de los grandes de la ciencia ficción. A pesar de ser más reconocido dentro de este género, Bradbury es un maestro de la narración en general, que domina cualquier otro con el que se atreva. “Fantasmas de lo nuevo” ejemplo empírico de ello, es una recopilación de dieciocho cuentos suyos, porque el que se hiciera famoso por sus dos obras más icónicas como son “Crónicas marcianas” y “Fharenheit 451”, este autor tan prolífico escribió infinidad de relatos cortos, e incluso se atrevió con el teatro, el cine y la televisión.

En “Fantasmas de lo nuevo”, título que toma de uno de los cuentos que aparecen en él, hace alarde de su dominio de la literatura, y a pesar de que no puede obviar el género que le dio fama apareciendo en algunos de estos relatos escenarios como el recurrente Planeta Rojo o la tecnología robótica, la mayoría de ellos son historias de lo más terrenales en las que nos veremos reflejados más de una vez, haciendo que recapacitemos con sus moralejas.

Claro ejemplo de ello lo podemos ver desde el primer cuento, titulado “El invento kilimanjaro”, hace que el lector vaya poco a poco dilucidando la historia. A través de la intriga nos lleva a recapacitar en la etapa de la vida cuando va llegando a su ocaso, y plantearnos si querríamos repetirla; o como en el llamado “Terrible conflagración en la casa” usa un humor fino e irónico a la hora de reflejar la ignorancia del pueblo manipulado por parte de los poderosos; en “El niño de mañana”, la capacidad de adaptación por amor a través del surrealismo; en “Las mujeres” un precioso cuento donde nos hace conscientes de algo tan humano como es el deseo de poseer, una obsesión que supera a la misma satisfacción de obtener; otros nos hablan de la nostalgia donde una autopista es la metáfora que relega a un pueblo y a sus gentes al olvido; de esperanza, pintando la adversidad como una oportunidad de futuro; de cómo a veces tienen que venir de fuera para mostrarnos lo maravilloso que es lo que nos rodea, pero que la cotidianidad nos impide ver; de cómo la vida cambia y en la lejanía de la vejez vislumbramos lo necios que éramos en nuestra juventud, cuando creíamos saberlo todo. Repasaría uno a uno cada cuento que forma esta recopilación, porque cada uno es una lección de vida. Relatos cortos que cuentan tanto. Todos ellos con un halo de esperanza.

Al tratarse de cuentos cortos es un libro rápido de leer, donde te dices “uno más y lo dejo” sabiendo que no será solo uno más. Aparte de ello, por su literatura fluida es una gozada disfrutar de esta antología que nos sabrá a poco. Una ocasión especial para conocer más de Bradbury, una compilación para descubrir al autor a quien no lo conozca y huya del género que va ligado a su nombre. Una gran oportunidad para reencontrarse con él para el que sí lo conoce.