Una de mis razones principales para escribir reseñas de libros es que me permite disfrutar tanto en mi tiempo de ocio como en horas de trabajo de mi pasatiempo favorito: la lectura. Lo que no sabía cuando empecé a reseñar libros es que esto me iba permitir descubrir escritores a los que de otra forma difícilmente tendría acceso. Ya sabéis, se publican tantos libros que es muy fácil perderse en esa vorágine de publicaciones y, desafortunadamente, entre todos esos libros, también se nos escapan aquellos que tienen mucho que decirnos. Por eso agradezco poder tener acceso a todo tipo de publicaciones y voces, porque a veces ocurre que me encuentro con una novela tan bonita como Un puente a Peulla y hace que todo tenga más sentido.
Tras su primer libro, publicado en 2017 y titulado Las damas silenciosas, el escritor ovetense vuelve con una novela repleta de sensualidad y lirismo. Eloy Gayán es licenciado y doctorado en Derecho, profesor titular de Derecho internacional privado en la Universidad de A Coruña y fue decano de su facultad durante ocho años. Pero, sobre todo, Eloy Gayán es escritor. Es algo que me ha quedado claro tras leer Un puente a Peulla.
En ella, el autor nos lleva de la mano de nuestro protagonista, un arquitecto de treinta y dos años, a los preciosos paisajes de la geografía chilena. Un día recibe una carta de un viejo amigo, Beltrán Torres, con el que compartió unas obras en Buenos Aires hace ya algunos años y que solicita su ayuda para comenzar un proyecto tan irracional como lógico: un puente que cruce el lago Todos los Santos y ponga término a un aislamiento involuntario en Peulla. Cuando nuestro protagonista decide aceptar la oferta, poco sabe que ese puente que debe unir Peulla y Petrohué es más simbólico que físico: a través de ese puente debe alcanzar la complicidad del amor. Beltrán, completamente enamorado y enajenado, necesita a su amigo para encontrar a Aylin, quien permanece al otro lado de la orilla. Debe averiguar su paradero, comunicarse con ella y asentar un puente que comunique ambos lados. Aunque logra dar con la joven y hermosa Aylin, ambos saben que ese puente tiene un obstáculo que derribar: el padre de ella, Pedro Barrientos, un misógino torturado por el abandono de su mujer y por la vergüenza del pecado cometido por un ancestro jesuita.
Será el arquitecto quien comience a construir ese puente a través de un lenguaje único con el que la belleza insultante de la joven artista Aylin y la entrega absoluta de Beltrán, a pequeños pasos, acerque de nuevo a los dos jóvenes enamorados. Exaltando las virtudes de ambos, sus palabras y gestos, nuestro protagonista se ve atrapado en ese metafórico puente, sin posibilidad de huir a una u otra orilla. Con un lenguaje cargado de sensualidad y con muchos tintes poéticos, Eloy Gayán narra estos encuentros de una manera delicada que rezuma autenticidad y que me ha puesto la piel de gallina en varias ocasiones. Os decía antes que Eloy Gayán es escritor, y no hay nada que me guste más que los escritores dejen aflorar su lado más poético en sus escritos, como es el caso de Un puente a Peulla.
Sobre cómo se resuelve la historia entre los tres protagonistas, cómo ese puente se consolida o se derriba o cómo tratan de acabar con Pedro Barrientos, el padre de Aylin que condiciona su existencia, os lo cuenta mucho mejor que yo el propio Eloy Gayán en su novela.
Un puente a Peulla me ha conmovido y me ha gustado tanto que no puedo más que recomendárosla. Original en su propuesta, Eloy Gayán ha escrito una novela que llena, que te envuelve y, en cierto modo, inquieta y reconforta. Una historia de amor que sigue la tradición del relato oral de los mapuches y que brilla con luz propia.