Nunca dejan de sorprenderme los autores que publican sus primeras novelas con un rigor y una calidad tan meritoria como la del libro del que hoy vengo a hablaros. Carlos Ignacio Barbero ha escrito una opera prima de muy alta calidad que me ha sorprendido gratamente. Nacido en Buenos Aires, Carlos Ignacio Barbero es arquitecto y reside en la actualidad en Tarragona. Sus gustos literarios se inclinan por el romanticismo europeo del siglo XIX y la corriente modernista latinoamericana del siglo XX. Ambas corrientes le han servido como fuente de inspiración y guía para el desarrollo de su primera obra.
Bande Blanche, la novela en cuestión, es la historia de Jacques Jacquet, un oficial francés de treinta y un años. Es también la historia de Adela Schoos, una joven de origen alemán, cuya vida estará ligada a la de Jacques. Y es, sobre todo, la historia de amor de ambos en los años convulsos y extraños que precedieron a la Primera Guerra Mundial. Pero como toda buena novela, Bande Blanche esconde mucho más entre sus páginas y me encantaría adentraros un poco más en ella.
Jacques Jacquet, nuestro protagonista, nace en 1872 en Auxonne, Francia. Siendo joven, Su padre resuelve enviarle a la Escuela Militar de Lyon, donde alcanza rápidamente el grado de teniente y desde donde será destinado a la ciudad de París. Allí mismo, en la ciudad de la luz, vive la humilde familia Schoos, de origen alemán. Ernest, Elvira y sus hijos Karl y Adela. Una familia que busca redimirse de los errores de la propia época y de las crisis y hambrunas que asolan el mundo tratando de labrarse un presente y un futuro digno. Gracias a Monsieur François Buffeau, vecino de los Schoos, la joven enfermera Adela consigue un puesto de ayudante bilingüe, traductora y mecanógrafa en la embajada francesa en Londres. Será allí, en el Londres de 1904 cuando Jacques y Adela se encuentren por primera vez. Este encuentro marcará, inevitablemente, el devenir de sus vidas para siempre.
En 1906, Jacques Jacquet es destinado a Fez, en Marruecos. Allí se reencuentra con Adel-Al Sasar, con quien entabla una noble relación de amistad y compañerismo. Cuando un ataque militar acaba con la vida de este y de su familia y Jacques encuentra a Yusuf, el único hijo superviviente de su amigo, sabe que en su ética no cabe la posibilidad de abandonarlo y decide hacerse cargo del niño. Será entonces cuando Jacques tome la venda blanca que su amigo llevaba para disimular la falta de un ojo y a la que él, traduciéndolo a su idioma materno, llamará bande blanche y que se convertirá en una suerte de amuleto para él y el resto de personajes que acabarán teniéndolo en su poder durante la novela.
Con el paso del tiempo y varias vicisitudes, Jacques consigue que Yusuf sea acogido en el convento de San Gregorio Armeno, en Nápoles. Allí podrán educar al joven mientras él trata de arreglar su propia vida: ahora es nada más y nada menos que un desertor del ejército que está en búsqueda y captura.
Durante todo este tiempo, Jacques no ha dejado de pensar en Adela ni un solo día, pero aunque acaben por reencontrarse, el destino vuelve a separarlos irremediablemente. Adela Schoos, destrozada, acabará por trabajar como espía para los alemanes, mientras Jacques trata de asegurarse su propio futuro y la forma de volver a su querida Adela.
Hasta aquí puedo contaros. Si lo que os he contado de Bande Blanche no es suficiente para despertar vuestra curiosidad lectora, aun puedo daros más argumentos. Carlos Ignacio Barbero sabe cómo mantener la tensión justa para que el lector caiga en sus redes, desarrollando la novela con un ritmo equilibrado y sugerente que te atrapa en esta historia repleta de aventuras, amistad, valores y amor. Una reflexión profunda sobre la condición humana y las consecuencias que conllevan nuestros actos que da que pensar y que, al mismo tiempo, entretiene. ¿Qué mas se le puede pedir a una primera novela? Todo un descubrimiento Bande Blanche.