Siempre que me toca reseñar la obra de alguno de los grandes escritores universales me siento pequeñito, porque qué puedo yo decir de las novelas de reconocimiento mundial desde mi humilde rinconcito.
Hoy día quién no conoce a uno de los maestros de la ciencia ficción como es Philip K. Dick. Y es que incluso al que no sea fan del género este nombre le ha de sonar por lo mediático de su obra y por sus archiconocidas adaptaciones al cine. K. Dick pertenece a la cultura popular más que al ámbito de la ciencia ficción en sí.
Su vida fue tumultuosa, entre su esquizofrenia y sus escarceos con las drogas impuso un sello a su obra que rompía con el optimismo de las historias de ciencia ficción conocidas hasta entonces. Su trabajo se acercaba más al género que posteriormente se definiría como “cyberpunk”, estando sus novelas dominadas por el alineamiento de las mentes y la sociedad que rodea y envuelve a sus protagonistas.
He leído mucho (y lo mejor es que me queda mucho por leer de este autor, por su vasta bibliografía) y si hay algo que se nota en la obra de K. Dick es su estado de ánimo a la hora de afrontar cada novela o relato. En “Los clanes de la luna Alfana”, escrita en 1964, se le nota optimista y de buen humor, porque la novela resulta muy divertida de leer, repleta de fina ironía.
En ella nos encontramos todos los elementos típicos y tópicos de este género: drogas alucinógenas, extraterrestres, coches voladores, pistolas de rayos láser, etc. Todo aderezado por situaciones tan humanas como pueden ser la interacción entre personas de distinto sexo, el estrés en el trabajo, o lo traumático que puede llegar a ser la ruptura de un matrimonio, haciendo patente que la mejor ayuda en esos duros momentos es el apoyo de los amigos, aunque uno de ellos sea un hongo del cieno habitante de Ganímedes.
La trama transcurre en una luna que órbita el remoto planeta Alfa III, habitada por distintos individuos que forman esos clanes al que cada uno pertenece por la distinta patología mental que padece. Philip K. Dick vuelve a escribir, tras el telón de fondo del género, de lo que sabe. Hace un repaso general por las distintas enfermedades mentales, cosa que conoce desde dentro debida a su autodiagnosticada esquizofrenia y por la que, presumiblemente, realizó un estudio amplio y concienzudo de ellas. A través de sutilezas podemos vislumbrar también la critica mordaz a la clase política y autoritaria que rigen nuestras vidas, donde no está tan claro al final quien es el loco y quien es el cuerdo.
Una novela que pasa más desapercibida al compararse con su grandes trabajos como pueden ser: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, Podemos recordarlo por usted…, Fluyan mis lágrimas…, El informe de la minoría, etc. Pero que merece toda la atención por su interesante tema a tratar y por lo divertida que resulta, haciendo que nos leamos de una sentada esta bonita edición de Minotauro en tapa blanda.