Jack Frusciante ha dejado el grupo de Enrico Brizzi

Oigo una máxima desde hace años, la cual a falta de autor conocido estoy por apropiarme, que sentencia que en términos creativos el siglo XXI no ha aportado nada nuevo. Todo son revisitas al XX con más o menos éxito o con mayor o menor desviación del original. El cine, la literatura, incluso el diseño y la moda parecen impregnados de esa tendencia. Y si resulta que es cierta, deberíamos también volver al XX o antes para disfrutar de la literatura de vanguardia y no del trasunto actual.

Todo esto circula por mi cabeza llena de ibuprofeno a cuento de Jack Frusciante ha dejado el grupo, la edición de la obra de los 90 de Enrico Bizzi que ha reeditado Nocturna. Leerla de nuevo es bañarse desnudo en agua salada, revivir esos momentos agridulces de la adolescencia urbana de la mano de Alex, su protagonista, y sentirse atrapado por un futuro tan inmenso como el horizonte sin dejar de pedalear entre charcos y fábricas.

El viejo y reflexivo Alex, quien a sus 17 años ya se ha dado cuenta que nadie sabe de qué va este mundo y mucho menos los mayores o su familia. Que sin dramas extremos se siente en crisis continua aunque le ilusione cualquier cosa. Quien quiere abandonar este sistema que le ata como Jack Frusciante dejó Red Hot Chili Pepper en su cénit, porque no hay nada más allá y, quizás, porque sabía que a la vuelta del siglo todo iba a ser más de lo mismo en su futuro y el de todos a su alrededor.

Música, drogas y amor con personajes sencillos en una sociedad mediana, con aspiraciones medianas y un protagonista que podríamos ser cualquiera de los adolescentes urbanos en la Europa meridional de finales del siglo XX.

Por cierto, quizás Brizzi también revistió a Salinger con su Álex. Aunque a mi me ha pillado mayor ya para juzgarlo.

Por último, y por si a alguien le apetece leer sobre la contemporaneidad de la adolescencia les recomiendo GRM Brainfuck, para que nadie diga que el siglo XXI literario no me gusta.