NOTA DE PRENSA LOPE DE VEGA. OCHO COMEDIAS MAGISTRALES, Ed del Grupo Prolope a cargo de Agustín Sánchez Aguilar (ISBN: 978-84-15255-66-6. Nº pp.: 752. PVP: 50 €)
“Lope era mucho Lope”, concluye Agustín Sánchez Aguilar en su amenísimo prólogo a estas Comedias magistrales. En pleno Siglo de Oro, el dramaturgo sembró la polémica con una nueva forma de escribir teatro que gozaba de gran éxito entre el público, aunque fuese criticada desde el mundo académico. Los vigías de la alta cultura no entendían que sus obras contraviniesen las reglas aristotélicas que habían regido la escena desde siglos atrás y le pidieron que escribiese una disertación en defensa de su escritura. El resultado será el Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo (publicado junto a sus Rimas en 1601).
La nueva fórmula lopesca llenaba de nervio y dinamismo las tablas, conectaba con el público y enaltecía el lenguaje con los recursos de la poesía. Ahora lo trágico convivía con lo cómico y, frente a las antiguas leyes de unidad de tiempo y espacio, vemos a Lope agilizar sus obras con cambios continuos de escenario, mantener viva la intriga hasta el final y dilatar la acción en varios días. En aquellos momentos, la diversión del espectador era la que marcaba la pauta sobre el arte de escribir, por lo que no es de extrañar que el dramaturgo se ganara pronto el sobrenombre del Fénix de los Ingenios.
Aunque sabemos que escribió muchas más solo se han conservado alrededor de trescientas comedias, un repertorio inmenso del que hemos escogido ocho piezas consideradas magistrales por todos sus estudiosos. Algunas, como Peribáñez, estuvieron en el canon desde el principio mientras que otras hubieron de esperar siglos para ser apreciadas. Hablamos por ejemplo de El Caballero de Olmedo, redescubierta por Lorca, que la adaptó y representó con La Barraca.
Sin embargo, todas ellas revelan a un dramaturgo ingenioso y versátil que se maneja tan a gusto en la tragedia histórica como en la comedia de enredo, y que bebe en las fuentes más variopintas (pasamos de los tiempos bíblicos a la Galicia medieval, de la Grecia antigua al Toledo del rey Bamba). Mitos clásicos, fábulas caballerescas, crónicas e incluso refranes servirán, en fin, para que la imaginación de Lope engendre una nueva comedia.
En su teatro el romance cobra protagonismo, la figura del gracioso siembra el contrapunto cómico frente al galán y la honra se revela como fuerza omnipotente que determina los movimientos de los protagonistas.
En este sentido, Lope va un paso por delante porque considera que el honor también es asunto del pueblo (frente a la creencia tradicional de que solo pertenecía a los nobles). Así, en Peribáñez y el comendador de Ocaña (1605) elevará la figura del campesino como protagonista heroico que defiende la honra de su mujer ante los abusos del comendador e incluso logra el favor del rey, reconociendo la victoria del débil sobre el poderoso. Drama de honor villano que bordará en otras comedias como Fuenteovejuna (1612) o El mejor alcalde, el rey (1623).
Pero no menos poderoso se mostrará su ingenio en piezas como La dama boba (1613)que, bajo el molde de la comedia ligera, aborda temas tan sustanciosos como la educación de las mujeres (tantas veces les habían prevenido del peligro de la mujer cultivada) y la idea neoplatónica de que el amor refina el entendimiento. Lope teje y desteje hasta resolver en el último momento el lío con un solo tirón del hilo. Amor y honor que también cobran protagonismo en El perro del hortelano (1615), donde nuevamente rompe una norma social (el enlace imposible entre una noble y un plebeyo) en pro de la felicidad individual. O el amor y la muerte, en tragicomedias como El castigo sin venganza (1631) y El Caballero de Olmedo (1625), donde el autor parte de una coplilla conocida por todos, anticipando el aciago final del caballero desde el principio y jugando con la complicidad del público como nunca antes se había hecho en escena.
Tras la lectura de estas ocho comedias esenciales editadas bajo el excelente cuidado del Grupo Prolope, nadie podrá dudar de la astucia y ductilidad de Lope a la hora de diseñar la arquitectura dramática de una comedia, manejar las emociones del público y elevar el alma del espectador gracias a la altura poética que alcanzan muchos de sus versos.