Si hay algo importante que debemos hacer en estos tiempos que corren, es poner en duda la escala de valores que tenemos. En lo que llevamos de año, una horrible pandemia ha asolado el mundo, lo que ha hecho que nos quedemos retenidos en nuestras casas a la espera de un futuro mejor. ¿Que qué he hecho yo durante estos cincuenta días que ya llevamos encerrados? Pues, básicamente, leer, escribir y replantearme mi vida.
Y es que cuando algo así sucede es inevitable no pararse a pensar si estamos haciendo las cosas bien, si no podríamos inventarnos algo para mejorar, si de verdad estamos siendo quienes queremos ser. Algo así le pasó a Ángel Cacho cuando murió el gobernador.
Pero vayamos por partes. Hoy no estoy aquí para hablar de una crisis mundial —no tengo ni fuerzas ni ganas— sino para presentaros la nueva novela de Piluca Ruiz, La viuda del Gobernador. Hace poco me pasaba por aquí para deciros lo que me había parecido su obra de relatos La obra póstuma de Sabino Portolés y un poco más atrás, su novela El puente de una sola orilla. Como veis, Piluca ya es una vieja amiga del blog y, como siempre, solo tengo palabras bonitas que dedicarle.
Esta vez nos lleva a una nación imaginaria, donde el protagonista se ha criado únicamente con su madre. Ella, una mujer fuerte y valiente, decide educar a su hijo con unos valores bien distintos a los que tiene el resto de la sociedad. Ella quiere hacer de su hijo un hombre especial, así que dedica toda su vida por entero a inculcarle esos valores que ojalá, piensa, tuviera todo el mundo.
Y el destino ha querido que en el momento en el que el gobernador fallece, Ángel Cacho, nuestro protagonista, se encuentre en el lugar e instante adecuados, porque ve la ocasión para llevar a cabo esa tarea. Él decide que es la oportunidad perfecta para poner en práctica todo aquello que su madre le enseñó. Uno puede tener los valores que quiera, pero es mucho más fácil propagarlos si la posición en la que se encuentra está rodeada de poder.
Esta es la premisa que nos presenta Piluca Ruiz. Como vemos, una idea muy original que hará que el lector se replantee muchísimas cosas de su propia vida. Al final, todos nosotros vivimos en una sociedad de valores —correctos o no—, y es nuestro deber analizarlos para concretar si son los adecuados o si nos están llevando por un camino de espinas.
Saliéndome un poco del argumento, diré que lo que más me ha gustado de este libro es la forma en la que Piluca nos presenta a los personajes. Todos ellos son reales, humanos, tangibles. Incluso el padre de Ángel, del que la madre no quiere ni hablar, llega a materializarse en algunos momentos en los pensamientos del protagonista, lo que le da una idea al lector de lo que tiene delante. A lo largo de la novela iremos encontrando personajes con diferentes puntos de vista que harán que todo lo que piensa Ángel cobre sentido dentro de nuestras mentes. Que cobre sentido dentro de la suya ya es tarea de la autora, pero sin duda el lector se quedará prendado con todas las cosas que sentirá y pensará gracias a los personajes que irán apareciendo delante de sus ojos.
Por otra parte, tengo que destacar la narración —como siempre hago cada vez que hablo de un libro de esta autora—. En esta ocasión utiliza un narrador en tercera persona, omnipresente. Es una voz que a veces se adelanta a ciertos acontecimientos, aunque en muy pocas ocasiones, y que le da al lector lo que necesita. Creo que es un acierto haberse decantado por esta persona, ya que dota al que está al otro lado del libro del espacio suficiente para poder evaluar por sí mismo todo lo que está ocurriendo. Habría sido muy sencillo utilizar una primera persona y que fuera Ángel el que nos contara de su propia mano todo lo que va pasando, pero se habría perdido esa distancia necesaria entre la historia y el lector. Aquí lo importante es que este último valore todo lo que está ocurriendo y juzgue a los personajes y las decisiones que van tomando. Por no hablar de que utilizar esta tercera persona le da mucho juego a la autora a la hora de incluir prosa poética dentro de su narración, cosa que podemos encontrar sin hacer mucho esfuerzo y que es una delicia encontrar.
En definitiva, La viuda del Gobernador es un libro perfecto para dejarse llevar, para juzgar sin ser juzgado, para entender que los valores deben cuestionarse siempre y bajo todas las circunstancias. También es un libro maravilloso para entender cómo la educación forma parte de esos valores y cómo las metas de unas cuantas personas pueden dictar el camino de millones más. Resumiendo, un libro entretenido, que te hace pensar y disfrutar a partes iguales.