Inmediatez, personalización, ponerlo todo fácil, valorarnos tan solo por lo que tenemos o la necesidad de estar siempre perfectos son algunos de los valores predominantes en la sociedad de hoy que el libro refleja y que crean necesidades e insatisfacciones ficticias. Ante la rapidez y la impaciencia que pro-voca la inmediatez, «se nos ha olvidado que la espera es nuestro primer acto de aprendizaje, que nada se aprende si no aprendemos a esperar» recalca Óscar. La idea de servirnos todo personalizado no hace sino limitarnos para conocer otras perspectivas y hacernos más previsibles y menos libres que nunca. Entretanto, el autor nos recuerda que una sociedad que confunde la excelencia con la perfección eleva los estándares hasta cotas tan imposibles de alcanzar que nos frustramos y agotamos a partes iguales, mientras asestamos un golpe de gracia a nuestra autoestima.
«Habitamos en un mundo de sobreproducción y en una economía
del desperdicio que ha transformado nuestros antiguos hogares
en modernos almacenes»
Vivimos bajo un modelo económico que sobreproduce y que incentiva un consumo sin fin para dar salida a todos los excedentes, que se acaban acu-mulando en nuestras casas. «Trasladamos los ex-cedentes de las empresas a nuestras casas, que han dejado de ser hogares para convertirse en almacenes donde no queremos estar casi nunca», afirma Fajardo. Un malestar que se incrementa ante la abundancia creciente de opciones que nos llevan a disfrutar menos de nuestra elección porque, entre otras cosas, nos resulta imposible dejar de pensar en el resto de posibilidades perdidas, que siempre consideraremos más perfectas que la seleccionada.
A su vez, premiamos y privilegiamos la especialización en el trabajo para hacer el modelo más eficien-te y productivo. «Hemos convertido a los expertos en los nuevos tótems a los que adorar. Si no eres experto, no existes», recuerda el escritor.
«La tecnología modifica nuestra memoria y, sin ella, somos incapaces de captar las esencias del instante, asimilarlas, relacionarlas y recuperarlas. Sin memoria perdemos parte de nuestra identidad.»
Los avances tecnológicos nos mantienen hiperconectados las 24 horas del día mientras exigen de nosotros estar constantemente expuestos al escrutinio y a las opiniones de los demás. Todo ello hace depender nuestra autoimagen y autoconfianza de algo que se encuentra fuera de nuestro control.
El abuso de la tecnología, señala el autor, «nos ha convertido en auténticos desmemoriados, pero también ha reducido tanto nuestro vocabulario que somos incapaces de otorgar los matices adecuados a las experiencias que vivimos y guardarlas adecuadamente en nuestros recuerdos».
«Vivir rodeados de lo negativo y del pesimismo nos está haciendo una sociedad triste y temerosa que se repliega o sobrerreacciona ante cualquier acontecimiento.»
El pesimismo vende y nuestro cerebro tiene tendencia a prestar más atención a lo negativo porque poseemos un instinto de conservación que nos mantiene alerta. «La hipérbole, la exageración y el negativismo se han convertido en la forma habitual de comunicarnos, y esto nos ha convertido en una sociedad triste, adicta al sobresalto y entregada al remake y a la nostalgia», recuerda el ensayista. Una comunicación donde lo audiovisual ha ganado la batalla al resto de los sentidos. «Hemos dejado de vivir con los cinco sentidos para vivir solo con dos, la vista y el oído, y nos hemos privado de experimentar el mundo intensamente», reafirma Óscar Fajardo.
El libro, –plagado de referencias bibliográficas, charlas, artículos periodísticos o estudios científicos– aporta y complementa la información necesaria para que el lector complete la lectura. También utiliza Fajardo algunas historias que nos ayudan a entender el comportamiento del ser humano. Al final de cada capítulo, y «De un vistazo», el autor responde al por qué y a cuáles son las consecuen-cias de todo esto y aporta algunas soluciones de manera esquemática y muy directa.
En Insatisficción se desglosan estos y muchos más temas a lo largo de 20 apasionantes capítulos. «Con este libro he intentado hacer que el lector comprenda un poco más y mejor la realidad que les rodea, encuentre las causas ocultas de su insatisfacción y se sienta un poco más sabio, un poco mejor», concluye Fajardo. |