Entrevista con el poeta Roberto Loya acerca de su poemario Besos prohibidos en ciudades chinas @cntico

Roberto Loya es una voz paradójicamente discreta. Dedicado a un intenso activismo cultural en el Madrid de los ’80 con proyectos como la revista “Poros Dos”, o el grupo artístico multidisciplinar “Segunda época del hombre”, su nombre siempre estuvo ligado a la cultura de vanguardia y acompañado por poetas bien conocidos como Leopoldo María Panero, Luis Antonio de Villena, Juan Carlos Mestre y un largo etcétera. En plena juventud se incorpora en el mundo radiofónico realizando programas como “El refugio atómico” de Radio Juventud, y de ahí no tardó en ser fichado por Radio Nacional de España, llegando a ocupar puestos de alta responsabilidad como la subdirección cultural de toda la emisora y llevando programas con tanto éxito como “Al fondo hay sitio”, “La canción del Avadhut”, en Radio 3, o el programa sobre cárceles “Libertad bajo palabra” en Radio 5, por el que obtuvo, además, la Medalla de Oro al mérito penitenciario. El hecho de ocupar una posición de privilegio mediático le ha permitido entrevistar a los escritores más relevantes del panorama literario contemporáneo, y relacionarse con los editores más influyentes de nuestro país. Y de ahí lo de su paradójica discreción, pues ha sabido cultivar una obra poética personalísima y alejada de las corrientes dominantes, evitando sinuosamente el relumbrón de la foto y las antologías. Una actitud a todas luces voluntaria y consciente, pues hubiera tenido un fácil acceso a los sellos editoriales más conocidos y a ocupar un puesto destacado en la sección de noticias de los suplementos culturales. Su obra poética consolidada ya con cuatro títulos ha sido publicada por sellos editoriales independientes como Calambur, Polibea o el último que acaba de salir con el títiulo “Besos prohibidos en ciudades chinas” en Editorial Cántico.

Pregunta: Buenos días Roberto y gracias por concedernos estos minutos. Aunque sabemos que no le gusta hablar mucho sobre sí mismo, ¿tendría la amabilidad de explicarnos por qué ha preferido mantenerse como una voz del margen pudiendo ocupar lugares con mayor proyección, no sólo por la calidad y personalidad de su propuesta poética, sino también por su posición de influencia en los medios de comunicación?

Respuesta: Dudo de mi capacidad de influencia, y dudo mucho de eso que llamas ocupar lugares con mayor proyección. No lo veo así, Me veo como alguien que tuvo la suerte de empezar en Radio Juventud, tener la confianza de los jefes de dar salida a proyectos un tanto malditos y limítrofes. Luego tuve la suerte de conocer a gente maravillosa en los 80 donde todo parecía estar conectado. Y también la fortuna de dejar Madrid en el 87 y venirme a Córdoba, y pasar casi veinte años sin escribir. Mi relación con la poesía siempre ha sido complicada. Y lo de estar o no estar yo creo que va con la personalidad de cada uno. Dicen que no hay mayor ego que el de los poetas, pero quizá no encontremos tanto en los bartlebys.

“Mi relación con la poesía siempre ha sido complicada… Dicen que no hay mayor ego que el de los poetas.”

Pregunta: A lo largo de toda su obra es manifiesta su inquietud hacia la Filosofía, y en no pocas ocasiones vira hacia motivos y desarrollos orientalizantes que pueden conectar con el budismo, el zen o el yoga hindú. ¿Cuánto hay de budismo en su poesía? ¿Y de cristianismo?

Respuesta: Hay una serie de influencias de muchos años de Oriente, pero no tanto su literatura como si sus textos religiosos. La mayor influencia la ejercieron amigos lamas tibetanos y el budismo tántrico. Y también dejaron una profunda huella los maestros advaitas de la India como Ramana Maharshi, Nisargadatta, Papaji. Un modo de mirar distinto para alguien que leía Filosofía clásica desde muy joven. Llegué a la Facultad de Filosofía en la Complutense con 17 años a estudiar algo tan pomposo como “Filosofía Pura”. De la influencia del cristianismo ni Nietzsche se escapó. Su presencia está en casi toda la historia moderna, y por supuesto en la Filosofía hasta el siglo XIX. 

Pregunta: Algunas voces de la crítica le han situado en el ámbito de la “Poesía del conocimiento”. ¿Qué entiende usted por “Poesía del Conocimiento”? ¿Se siente identificado con esa catalogación?

Respuesta: No sé muy bien qué quiere decir eso de “Poesía del Conocimiento”. La poesía es conocimiento en sí, y de uno mismo y del misterio. Creo además que la verdadera poesía del conocimiento fue la de la generación del 50: Valente, Claudio Rodriguez… Hay luego autores al margen, como Cirlot. Su obra sería la plenitud de esa Poesía del Conocimiento, como en Henri Michaux, o en clave cordobesa Manuel Álvarez Ortega. Quizá se trate de algo formal, un proceso de decantación hacia la esencialidad y, en su límite, con el silencio: Jaime Siles, José Luis Jover. La poesía es un medio para la exploración abisal del alma con los consecuentes riesgos para el conocimiento adquirido de ese modo.

“La poesía es conocimiento en sí, y de uno mismo y del misterio… Quizá se trate de algo formal, un proceso de decantación hacia la esencialidad y, en su límite, con el silencio.”

Pregunta: Una de las cosas que más llaman la atención de su último libro es el título: “Besos prohibidos en ciudades chinas”. ¿Cuánto hay de “pandemia” en este poemario?

Respuesta: Creo que no hay ninguna enfermedad epidémica en el poemario. Puedes estar tranquilo. (risas)

Pregunta: En algunos medios culturales se ha hablado de sus tres libros anteriores (“Artaud en la India”, “Los ojos no están aquí” y “La sombra de Buda”) como una trilogía de la que éste último poemario ya no forma parte. ¿Considera que hay algún punto de inflexión que distinga “Besos prohibidos en ciudades chinas” de su poética anterior?

Respuesta: Siempre tengo la sensación de estar en lo mismo, pero creo que hay una búsqueda distinta a la de esos tres libros anteriores, y es formalmente le caracteriza una mayor contención. 

Pregunta: ¿Hacia dónde se dirige su poesía?

Respuesta: Pues supongo que como todas, al silencio. Recuerdo que en una entrevista –casi de las últimas antes de morir- a Valente, me dijo que finalmente la última palabra sería la palabra Nada. Eliot postuló una teoría de la tradición como un organismo vivo y mutante, un monstruo al que trata de someter, y que parece ajeno a la historia del tiempo. No creo que exista una sola dirección en el viaje de la poesía.

“Valente me dijo que finalmente la última palabra sería ‘Nada'”.

Pregunta: En su último libro, con un discurso de acervo contemplativo, aborda poéticamente conceptos como la conciencia, la alteridad de sí mismo o la construcción del yo. ¿Deja lugar a la ficción en sus poemas?

Respuesta: La ficción es la escritura misma. El poema es otra ficción, según Borges. La ficción es también territorio de una conciencia. Pero cuando los que gritan en el mundo son los que nunca tuvieron voz, la ficción construida entre todos se estremece. La resistencia a la opresión puede ser luego contada como ficción. Para Camus escribir es resistir al mal; Pavese en cambio creía que la literatura es un defensa contra las ofensas de la vida. Ningún artista tolera lo real. Caballero Bonald dice que escribe desde la discrepancia con la vida. 

“La ficción es la escritura misma. El poema es otra ficción, según Borges. La ficción es también territorio de una conciencia… Ningún artista tolera lo real.”

Pregunta: ¿Qué es lo que más le interesa del panorama literario actual?

Respuesta: La irreverencia absoluta de algunos talentos muy jóvenes que están destrozando cánones. Algo que viene ocurriendo desde finales del pasado siglo. Pero creo que muchos de los autores actuales son un producto, lo menos importante es cómo escriben, son como semidioses de las redes sociales con miles de seguidores. Y en el fondo no les interesa ni la poesía ni la literatura, solo posar.

Pregunta: ¿Qué es lo que menos le gusta de la poesía?

Respuesta: La mentira de la critica poética. Los clanes. Las imposiciones desde las editoriales de prestigio. Las familias. El estudio de la poesía por generaciones. 

Pregunta: La industria del libro está pasando por un momento de profunda crisis, no sólo por lo que le ha afectado el cierre de librerías y distribuidoras durante el confinamiento, sino también porque el público lector está cambiando, las nuevas generaciones tienen cada vez más dificultades para la concentración durante la lectura, y nuevos formatos como los audiolibros pugnan con el libro tradicional y el electrónico para integrarse en un mercado en plena revolución de formatos y posibilidades. ¿Cuál cree usted que es el futuro del libro?

Respuesta: Es una pena que se lea tan poco, en cambio se edita muchísimo. Incluso entre los universitarios de carreras de letras se lee lo justo. Y claro que no hay concentración porque primero deberían recuperar una cierta paz. Y tantas horas en las pantallas creo que induce a estados catatónicos. El libro como tal nunca morirá o al menos no en el próximo siglo. El futuro… será tan distinto en todo. Ya lo vamos percibiendo. Pero desde aquí parece impensable. Muchas culturas han hecho del ciego la figura emblemática del poeta. Homero era ciego. El ciego no ve con ojos comunes. Tiene una segunda visión libre que constituye la imaginación del mundo. El libro impreso lleva en sí ese bastón de ciego para ver el universo golpeando palabras. Es otra lectura leer en tablets, como si esas mismas palabras se resistieran a la manipulación y la mentira de la lectura.

Muchísimas gracias Sr. Loya por su tiempo y sus respuestas, y le deseamos el mayor éxito en su libro de reciente aparición “Besos prohibidos en ciudades chinas”, aparecido recientemente en Editorial Cántico.